domingo, mayo 17, 2020

Reflexiones desde la epidemia. Discepolismo, gatopardismo y oportunidad.

 Reflexiones desde la epidemia.
Discepolismo, gatopardismo y oportunidad.
 Omar Rancier

Que el mundo es y será
una porquería, ya los sé
En el quinientos seis 
y en el dos mil también.
Enrique Santos Discépolo.
Cambalache. Tango.



Tengo la sensación de que a pesar de todas las buenas predicciones sobre la reformulación de esta sociedad regida por el llamado capitalismo salvaje y el neoliberalismo hacia una sociedad mas justa y respetuosa del medio ambiente, comprometida con una economía circular, resiliente y equitativa, se quedará en buenas intenciones, que, como sabemos, pavimentan el camino del infierno. Y lo creo porque las epidemias han sido acompañantes del desarrollo de la humanidad y que el elemento común de las mismas, el hombre, no ha cambiado su comportamiento depredador desde las sociedades tribales hasta la fecha.
Por eso hago la cita del famoso y delicioso tango, “Cambalache” del porteño Enrique Santos Discépolo, de 1936.
Sin embargo, sí creo que esta particular pandemia representa una oportunidad para revisar determinados comportamientos autodestructivos y que el éxito de dichas revisiones dependerá sobre todo de la construcción de una nueva conciencia que debe ir soportada por la salud, educación y el desarrollo económico con visión de desarrollo humano, en ese orden. Depende, además, de la capacidad de nuestros políticos de administrar de manera inteligente y sensible la cosa publica. Pero me temo, y esto arriesgándome a que me tilden de pesimista, que eso es algo muy peregrino.
Sin embargo, nuestro políticos se enmarcan mas en el llamado “gatopardismo”. A mediados de la década de 1950, el aristócrata italiano Giusseppe Tomasi di Lampedusa escribe  “El Gatopardo”, su única novela, publicada en 1959 luego de ser rechazada por varias editoriales, que fue llevada al cine magistralmente en 1963 por Luchino Visconti. En la novela el personaje principal , Don Fabricio, dice la memorable frase: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie" 
Esta es la esencia del gatopardismo, que el bien recordado padre Jorge Cela resumió en aquel “Mas de lo mismo.”
En medio de la crisis seguimos viendo las mismas manifestaciones de personalismo  en unas redes sociales donde compiten los mensajes sociales optimista con la más burdas expresiones de egolatría expresada por divas y mega divas, comentaristas sociales que siguen pensando en las alfombras rojas llenas de personajes fabricados, “ influencers” que se dedican a publicar las escenas más grotescas con la única finalidad de sumar “likes”,  un sector financiero cerrado a cruz y raya a defender sus ganancias a costa de los aportes de los trabajadores  y políticos que se aprovechan de la crisis de salud para venderse como salvadores.
Ese es el la panorama que se nos presenta todos los días, acompañado del sonsonete morboso del conteo de los fallecidos que nos recuerda aquellas horribles transmisiones radiales de Guillermo Peña contando los muertos de la Raza Inmortal que en junio de 1959  “llegaron llenos de patriotismo” a ofrendaron sus vidas por una Patria mejor.
En el ínterin, se pierden las oportunidades de planificar para el futuro tratando de corregir problemas que nos abruman y que han tomado cuerpo por falta de voluntad política y administrativa. 
Y para muestra hay tenemos el caso del vertedero de Duquesa, donde los gobiernos locales del Gran Santo Domingo ponen de manifiesto su incapacidad administrativa al tratar de solucionarlo con tercerizar la recolección y disposición de los desechos urbanos,  negándose a abordar el meollo del asunto que tiene que ver con esa incapacidad administrativa que se manifiesta en la política clientelista que arrasa con el país.
Camiones cargados de varillas alineados en el Malecón. Se supone que el sector de la construcción es uno de los primeros que se abrirá. foto OR

O el tema del transporte pesado por el Malecón, que, para mi asombro, de nuevo ha tomado la ruta del Malecón con sus camiones contaminantes desplazándose a cualquier hora y a toda velocidad por esta importante vía, cuando bien pudo aprovecharse esta pausa sanitaria para asumir, por parte de la municipalidad, el control de esta y de muchas otras vías agredidas por camioneros, choferes de concho, guaguas, voladoras y conductores privados.
Tenemos el tema de implementar de una vez por todas,  el sistema integrado de transito y transporte interrelacionando el Metro y el Metro Cable con el sistema de autobuses y comenzando a controlar la entrada indiscriminada del transporte interurbano hasta el centro de la ciudad.
Pensando en otra escala, ahora también es buen momento para iniciar la planificación de la inversión publica en el territorio a partir de los diagnósticos territoriales que se han realizado para los diferentes planes de ordenamiento. Pero lamentablemente solo se piensa en la planificación económica que solo se ocupa de proteger grandes intereses y en una crisis política que solo demuestra el apetito voraz de los políticos de todos los partidos.
Estamos entre Escila y Caribdis , entre la crisis de salud y la crisis político-económica, y parecería que cualquier derrotero que tomemos nos lleva de vuelta al caos pre covid-19  con la  desventaja de que aun no contamos con un Odiseo que pueda navegar entre los dos monstruos.
En esta situación tan particular y rara estamos dejando pasar las oportunidades, no de resetear la sociedad, sino de mejorar algunas situaciones que se pueden mejorar.
Sigo pensando en Discépolo y en Lampedusa – también en Sor Juan Ines de la Cruz y su “ Hombres necios que acusais la mujer sin razón…” y el incremento de la violencia intrafamiliar.
Soy optimista, siempre lo he sido y quiero seguir siéndolo y seguiré aferrado a la utopia, pero me seduce “cambaleche”.

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