jueves, diciembre 02, 2021

ORIOL BOHIGAS

ORIOL BOHIGAS

Oriol Bohigas .foto tomada de cultura21.cat


Oriol Bohigas ha muerto. El creador de la "nueva Barcelona" que dirigió la transformación que la Ciudad Condal hacia un modelo de buen urbanismo, a raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos en esa ciudad..

Comparto con ustedes un artículo publicado en el periódico  español El País el 3 de julio de 1999, de la autoría de Agustí Facelli, motivado por la entrega del premio del Royal Institute of British Architecs (RIBA) que por primera vez se entregara a una ciudad y no a un arquitecto u oficina de arquitectos.

Las declaraciones de Bohigas que se recogen en este artículo me parecieron en ese momento esenciales para el abordaje de los planes para transformar una ciudad hacia una versión mejor, esto a pesar de que declarar que hay que abandonar " ...la estrategia d los planes urbanísticos generales" y proponer cambiar " el urbanismo por la arquitectura"

Con la partida de Bohigas  la ciudad pierde uno de sus mayores y mejores defensores, que dejo un modelo para estudiar la ciudad.

PeNéLopE lamenta profundamente su partida.

OR

El manifiesto de Oriol Bohigas

El padre espiritual de la nueva Barcelona argumenta los logros y contradicciones del modelo elegido



El modelo Barcelona no ha sido un plan urbanístico teorizado y cerrado desde los primeros años ochenta, sino más bien un conjunto de ideas bien asentadas que luego han sabido jugar hábilmente la partida del pragmatismo, adaptándose a las múltiples demandas de una ciudad como la capital catalana. En el acto de entrega del premio del RIBA, el pasado día 23, Oriol Bohigas trazó una síntesis de esas ideas sobre las que vale la pena detenerse, pues hasta la fecha no habían sido formuladas con tan explícita voluntad de manifiesto.

Bohigas partió de la constatación de que la ciudad es un hecho político y, como tal, cargado de ideología y de práctica política. El hecho de que los tres alcaldes de la Barcelona democrática pertenezcan a un mismo partido -socia-lista- ha permitido, en su opinión, una estabilidad y continuidad en los proyectos que ha facilitado una transformación coherente de la ciudad, concebida como el lugar propio de la civilización contemporánea. Partiendo de esa concepción, en términos físicos "la ciudad es el conjunto de sus espacios públicos", escribe el arquitecto. "Debo advertir que cuando hablamos de espacio público no nos referimos solamente a los espacios urbanos, sino también a la inserción de la arquitectura en los servicios colectivos".

Pero ese espacio urbano es realmente público en la medida en que resuelve dos cuestiones: la identidad y lo que él llama "la legibilidad". La identidad consiste en plantearse cualquier intervención en relación con su entorno inmediato; no con la ciudad pensada como un sistema global y unitario, sino como una suma de sistemas relativamente autónomos: "Entender la ciudad como una suma de barrios creo que ha sido uno de los criterios básicos en la reconstrucción de Barcelona". "Pero no se trata sólo de la identidad del barrio, sino de la propia identidad representativa de cada fragmento del espacio urbano, es decir, de la coherencia de su forma, su función, su imagen. El espacio de la vida colectiva no puede ser un espacio residual, sino un espacio significativo, proyectado, minuciosamente diseñado".

Por lo que se refiere a la "legibilidad", las intervenciones han de respetar una sintaxis y una morfología que el ciudadano pueda comprender sin dificultad. "No se trata de reproducir textualmente las morfologías históricas, sino de reinterpretar aquello que hay de leíble y antropológicamente conformado en la calle, la plaza, el jardín, el monumento, la manzana, etcétera. Seguramente seré acusado por muchos urbanistas pretendidamente innovadores de conservador, reaccionario, anticuado. Pero quiero insistir en que la ciudad tiene un lenguaje propio del que es muy difícil escaparse. No se trata de reproducir las avenidas hausmannianas, ni las calles de las cuadrículas del XIX, ni las plazas barrocas, ni los jardines de Le Nôtre o de Capability Brown. Se trata de analizar, por ejemplo, cuáles son los valores centrípetos de las plazas, cuál es el poder plurifuncional de una calle alineada con comercios, cuáles son las dimensiones que han permitido el establecimiento de las tipologías más frecuentes. Y se trata de comprobar cómo el abandono de esos cánones provoca la muerte de la ciudad".

Para evitarla, prosigue el arquitecto, hay que abandonar la estrategia de los planes urbanísticos generales: "Hay que dar un paso adelante en la exigencia proyectual. Hay que definir concretamente las formas urbanas. Es decir, en vez de utilizar los planes generales como documento suficiente, hay que imponer los proyectos urbanos puntuales. Si me permiten decirlo exageradamente, diría que hay que sustituir el urbanismo por la arquitectura. Hay que proyectar el espacio público -es decir, la ciudad- punto por punto, área por área, en términos arquitectónicos". "Durante estos últimos 30 años, los planes generales han justificado en toda Europa la disolución de la ciudad, su falta de continuidad física y social, su fraccionamiento en guetos, y han facilitado la criminal especulación del suelo no urbanizable. Y además, han falseado la participación popular, cuyos criterios, lógicamente, no pueden alcanzar más allá de la dimensión del barrio".

"Ya sé que estos últimos años han aparecido muchas voces defendiendo la ciudad difuminada, informalizada de las periferias como el futuro deseable y previsible de la ciudad moderna. La ville eclatée. Esta posición me parece extremadamente equívoca. Las periferias no se han construido para atender los deseos de los usuarios. Han aparecido por dos motivos que corresponden a los intereses del capital de la promoción pública o privada y a la política conservadora: rentabilizar especulativamente el valor de unos terrenos que estaban fuera de las áreas urbanizables y segregar de la colectividad ciudadana a los grupos sociales y las actividades que molestaban a las clases dominantes". A modo conclusivo, dos dudas sobre la calidad arquitectónica de los planes urbanísticos. Por un lado, la arquitectura está obligada a dar servicio al ciudadano, pero en tanto que arte debe plantearse como innovación. "La buena arquitectura no puede ser sino una profecía en lucha contra la actualidad. Servicio actual y profecía contestataria es el difícil dilema que debe resolver la buena arquitectura".

Dos modelos, pues, aparentemente irreconciliables: la arquitectura que aparece en las revistas especializadas y la real, la que se practica a diario en suburbios, zonas turísticas, márgenes de autopistas y centros comerciales, que es "una arquitectura muy mala, la peor de la historia". Esta falta de calidad se debe principalmente, en opinión de Bohigas, al hecho de que los grandes proyectos no son capaces de proponer ya "modelos metodológicos y estilísticos" a seguir.

miércoles, noviembre 03, 2021

3 DE NOVIEMBRE: EL DIA DE LA ARQUITECTURA DOMINICANA

 

3 DE NOVIEMBRE: EL DIA DE LA ARQUITECTURA DOMINICANA

Busto de Guillermo González de Prats Ventós quien lo  donó  al Grupo Nuevarquitectura.  Vestíbulo Facultad de Arquitectura y Artes. UNPHU.


Copia del decreto 503-88
Hace 121 años día, un como hoy, 3 de noviembre, nace en Santo Domingo Guillermo González Sánchez, que con el tiempo se convierte en el referente dominicano de la modernidad arquitectónica. También, un día como hoy, hace ya 33 años, en 1988, se emite el decreto número 503-88, firmado por el entonces Presidente de la República Dr. Joaquín Balaguer, con el, cual respondiendo a la “solicitud elevada al Poder Ejecutivo por el Grupo Nueva Arquitectura, fundado el 3 de mayo de 1979…, Se instituye el 3 de noviembre de cada año, como ”Día de la Arquitectura Dominicana”. y no el Dia del Arquitecto Dominicano, como a menudo lo nombran.

Ese decreto se logra por las gestiones de Emilio Brea, desde Nueva Arquitectura y con el apoyo solidario del querido y respetado Arquitecto Rafael Tomás Hernández.



Arq. Rafael Tomás Hernández. Foto cedida por el Arq. Gustavo Moré, y Emilio Brea.

Por primera vez se reconoce la labor del arquitecto dominicano como una labor digna de merecer un día para su celebración; era un reconocimiento que la sociedad de nuestro país debía a quienes diseñan y construyen el espacio en que vivimos. En el pasado no había distinción entre el ingeniero civil y el arquitecto. 

Ya anteriormente , hacia el año de 1983, los arquitectos logramos que los planos arquitectónicos fueran firmados por el arquitecto diseñador, antes podía firmarlo cualquiera que tuviese el título de "ingeniero", sin importar que fuera ingeniero civil, eléctrico, agrónomo  o cualquier otro que llevara ese título . Fue aquel momento en el que los arquitectos firmaron “La Carta de la Gran Muralla” donde decíamos NO a la usurpación de la firma del arquitecto. Ese documento se redactó y firmó en un restaurante chino de la época, situado en la Avenida 27 de Febrero, que se llamaba La Gran Muralla y se hizo en ese sitio porque el CODIA, dirigido por un grupo recalcitrante de ingenieros civiles, le había denegado a los arquitectos el uso de sus salones para este fin.

Actualmente, aunque del arquitecto se reconoce y se aprecia su trabajo por parte de la sociedad dominicana, todavía persiste la confusión en diferenciar el arquitecto del ingeniero, pero en unos niveles que podríamos calificar de coloquiales.

Muchos jóvenes arquitectos desconocen esas luchas y a veces siento que bajan la guardia en cuanto la defensa de sus intereses. Hay que seguir defendiendo nuestro espacio profesional ante algunos prejuicios que intentan descalificar la labor del arquitecto, sobre todo en el área de la planificación territorial.

Creo, y así lo escribí hace mucho, que la arquitectura dominicana ha crecido, se ha profesionalizado cada vez más como oficio, pero no así en cuanto a el abordaje conceptual.

Se ha perdido mucho de los espacios de discusión sobre la ciudad, de las reflexiones sobre una ciudad (ciudades) que se desparrama sin control y la arquitectura que se hace normalmente no asume la inserción urbana como un criterio y, a veces se pierde en el formalismo.

Creo y así lo he escrito y discutido, que las revistas de arquitectura no profundizan la parte teórica y conceptual de la arquitectura dominicana, se ha perdido el ethos crítico que animó a todo un grupo de lo que llame la tercera generación de arquitectos dominicanos.

Las academias – y hago un mea culpa – han perdido profundidad y se han centrado en los procedimientos.

Taller  Arq. Guillermo González. Facultad de Arquitectura y Artes. UNPHU.
Sin embargo, hay toda una generación emergente que está redescubriendo la arquitectura como expresión total que se genera en la reflexión teórica y eso es bueno. Esperamos que además recojan la crítica y la teoría como un instrumento de diseño y que animen el debe y la reflexión.

¡Felicidades arquitectos dominicanos en el Día de la Arquitectura Dominicana, el futuro espera cosas buenas de todos nosotros!

OR

Escultura alegorica de la Arquitectura. Jardines de la Facultad de Arquitectura y Artes UNPHU. 


 

 

domingo, septiembre 19, 2021

Jaragua no cae.

 


Jaragua no cae.


El Jaragua, así sin lo de "hotel", ha sido una piedra blanca en el calendario de la arquitectura moderna dominicana. Rescatado del olvido por los trabajos de Cuquito Moré y luego por la difusión que le dio el Grupo Nuevarquitectura en la primera Arquivox y en aquel memorable número azul, el 3-4, la demolición de esta obra de Guillermo González lo consagró, a los 15 años de su muerte, como el indiscutible padre de la arquitectura moderna de esta media isla colocada en el mismo trayecto del sol. Ahora, 36 años después de su absurda demolición Alex Martínez y Rab Messina, lo traen de nuevo al ruedo arquitectónico con su magnífica biografía del edificio.


Hace más de 40 años Eugenio Pérez Montás, el  Último de los Cronistas de Indias, publicó su libro Biografía de un Monumento que trata del proceso de restauración del Palacio de los Gobernadores Generales y Casas Reales, y escribiendo esta reseña sobre Jaragua no cae me viene a la memoria aquel libro de Pérez Montás y lo asocio a ese llamado dramático que hacen los autores de la biografía del Jaragua en el capítulo final donde abogan porque rebasemos la noción de arquitectura dominicana  que por mucho tiempo se ha anquilosado en la Ciudad Colonial.


Jaragua no cae se convierte desde su publicación en un texto importante para la comprensión de la modernidad en el país dominicano. Es un texto poético, poético de acuerdo con la propuesta de Umberto Eco en aquel librito, Apostillas del Nombre de la Rosa, escrito para explicar el otro libro, el grande, El Nombre de la Rosa. En ese librito, Eco dice que “…llamaría efecto poético a la capacidad que tiene el texto de generar lecturas siempre distintas, sin agotarse jamás del todo.” Jaragua no cae tiene esa cualidad. Y así lo dijo  Luis  Felipe Rodríguez, del Centro León, en la presentación del libro en el jaragua, asi en minúsculas, apócrifo, cuando explicaba que el libro de Alex y Rab es un libro de consulta para varias disciplinas porque retrata un momento  muy especial de nuestra historia moderna, la Era de Trujillo, no sólo arquitectónicamente, sino también como una historia social, económica, cultural, turística y de las telecomunicaciones.

El libro engancha desde el principio al fin y nos deleita con datos que van  desde  lo histórico hasta lo histérico, pasando por la chismografía social de una época en  que radio bemba fue silenciada a sangre y fuego.

Los autores, además, se atreven a desmontar lo que llaman el mito de la originalidad del Jaragua y descubre las variadas fuentes de que se sirviera González para hacer su obra maestra, desde la “escalera fordista”, tomada del pabellón de la Ford Motors Company en la Feria Mundial de New York de 1939, como llaman a la icónica escalera del desaparecido hotel que se convierte en el logo de Nuevarquitectura, hasta los hoteles racionalistas nórdicos, reconociendo así lo que llamamos en un artículo la “versatilidad estilística” de Guillermo.

Interesante también es como desentrañan la maraña de intereses, de todo tipo, que dieron origen al proyecto, desde las argucias de María Martínez, la esposa de Trujillo, al principio, hasta la participación de militares balaguerista en la debacle final del inmueble, ese tránsito de ser un hotel de lujo, el único del país en su momento, hasta convertirse en discoteca y guarida de una fauna variopinta que los habita o des-habita al final de sus días.

El abordaje del texto es totalmente biográfico, se cuenta el auge y caída de un gran edificio de la misma manera que se cuenta la vida de una persona, en otras palabras, se personaliza un inmueble que cobra vida propia con la exquisita redacción de Martínez y Messina y que tiene infancia, adultez, vejez y muerte, una muerte trágica y anunciada, además de absurda y politiquera. Esto acompañado de una impresionante documentación gráfica que muestra desde planos de catastrales, documentos, fotografías del Jaragua desde su construcción a su demolición, fotos de la vida social y de los referentes usados por Guillermo para diseñar ese crucero blanco salido del mar, anclado frente a la costa del Mar de los Indios Caribes, todo esto con una magnífica diagramación.

Para los interesados en la arquitectura, las isométricas del Hotel con sus sucesivas adiciones es una información realmente trascendente bellamente graficada. Una delicia.

Tomado del sitio Jaragua no cae, del Centro Leon.

Además, para los ciberadictos, el Centro León, principal patrocinador de este texto, ha puesto en línea una página web con una excelente exposición virtual sobre el trabajo de Alex Martínez y Rab Messina.

Al final, como dijimos anteriormente, se hace un llamado sobre todo a las nuevas generaciones, los llamados millennials, para que retomen el pathos para seguir difundiendo los valores de nuestra arquitectura moderna, cargándole el dado a la tendencia de conservación de lo colonial, todo esto para que no caigan más Jaraguas.


Esta especie de manifiesto me recordó aquel Manifiesto de Nueva Arquitectura – escribíamos así el nombre al inicio -, NuestraVoz: La Crítica de la Arquitectura en Santo Domingo, que leímos en aquella primera exposición organizada por el GNA en septiembre de 1981 en Casa de Teatro “Arquitectura Contemporánea en la República Dominicana” y que ocasionó una emotiva réplica incendiaria de Doi Gautier. Realmente creo que se puede construir una discurso sobre la valoración de nuestra arquitectura que no excluya ningún periodo histórico.

Finalmente, este libro, que además de poético es provocador, es un  excelente  libro que enriquece la bibliografía arquitectónica dominicana y marca pautas y señala sendas que deben ser exploradas con la misma pasión y rigurosidad que define este obra.


OR

escritofrentealmardelosindioscaribesunacalidanochedeveranodel2021pandemico.