Hoy sería el cumpleaños de dos de las personas más queridas: mi Madre, Marina Valdes Borges de Rancier y Pablo Morel.
Hoy es un día triste y he querido celebrarlo, por Mamá recordándola en mi corazón y con mis seres queridos; por Pablo, reactivando PeNéLopE, en silencio desde que sufrimos aquel accidente donde se nos fue , justamente recordándolo en una de sus facetas mas interesantes: como fotógrafo.
Hace algun tiempo escribí una nota sobre la fotografía de Pablo a requerimiento de Tobias Rijo que pensaba editar una revista de artes y turismo, creo; nunca supe si se editó la revista o si se publicó la nota y por eso he pensado presentarselas en esta edición de PeNéLopE.
OR, veinticincodeenerodeldosmildocePreparad el camino. foto de Pablo Morel. Tomada del blog de Fotogrupo
Rizomas de Luz
La Fotografía de
Pablo Morel
Sus fotos sobre la
cultura marginal del Gagá o de la cultura oficial judeo cristiana, revelan las
similaridades en las diferencias.
Pablo fotografía el
“diferente”, dentro de su constate búsqueda del disenso como paradigma de la una
concertación plástica.
Su trabajo son sendas
que se bifurcan en la más pura de las estéticas
borgianas y se concretizan en la bifurcación rizomática dentro de una propuesta
que, de alguna forma, prefigura la teoria de la complejidad y de la iteración.
Líneas de luces que
parecen relámpagos horizontales pautan el trayecto procesional de los cirios y
la superposición de imágenes por movimiento captan el dramatismo de los
“seres”.
La contradicción del
soldado romano mulato y del purpurado aristócrata se enfrenta al colorido de un
“guloya” y la cara seria del maestro de la ceremonia en el batey profundo.
De este choque
cultural brota una estética propia, casi antropológica, de un testigo de la
transmutación espiritual, igual pero diferente, que enmarca los dos mundos de
esta media isla...
La lección de Morel
es la de igualar las manifestaciones religiosas, sin darle preeminencia a
ninguna, un delicado equilibrio entre el sincretismo y la estética, entre el
documento y el rito, entre el movimiento y la acción.
Rizomas, sí, un
enredado entramado formal que se enmarca en una lucida propuesta estética cuyo
chasquido, rasga el aire y su sonido se siente en el ojo.