domingo, abril 24, 2016

De nuevo Abril.

Grafica tomada de www.cielonaranja.com


Era cerca de la una de la tarde de un sábado de abril. Tenía trece años y esperaba  debajo de la mata de almendras que daba sombra y fresco a la casa paterna de la Benigno del Castillo número nueve en San Carlos, que Papá se terminara de alistar para acompañarle al esperado juego de softball en el que participaba cada semana en la Liga Enriquillo, que tenía el play en el patio de la casa de Tío Pelayo, hermano de Papá, en la casi despoblada Lope de Vega. El año era el 1965 y nadie se imaginaba que esa fecha, 24 de abril, sería una fecha memorable en la lucha por las libertades democráticas del país dominicano. 

Cuando ya íbamos a salir de repente se oyó en la radio la voz atronadora de Peña Gómez anunciando la revuelta por la instauración del gobierno democrático de Juan Bosch que había sido depuesto por los militares trujillista  dos años atrás. Esa revuelta se conocería después como la Revolución de Abril o la Guerra Patria del 65, una de las gestas donde se cumplía lo que dice nuestro himno nacional

Que si fuese mil veces esclava
Otras tantas ser libre sabrá.

En aquel momento me despedí de la adolescencia con apenas 13 años y comencé a configurar una posición ideológica que aún pervive en mi y de la que me siento orgulloso. Con apenas 13 años me enrolé en la Academia de Comandos Constitucionalista y cada tarde partía desde la Avanzada A, en los frentes del desaparecido  cine San Carlos; comandada por el fiero Chestaro, a quien nunca me he atrevido testimoniarle mi admiración, aunque lo veo de vez en cuando; con un madero que simulaba un rifle, hasta el parque Eugenio María de Hostos, donde nos enseñaban a ranear entre alambradas de púas y estrategias de combate para enfrentar al invasor yanki que cuatro días después de aquel glorioso 24 de abril invadieron el país con  esos:

“Cuarenta y cinco mil hijos de perra 
bajaron con sus armas y sus cuentos, 
con ametralladoras y napalm, 
con objetivos claros y concretos: 
“poner en libertad a los ladrones! 
y a los demás hay que meterlos presos!”.

como escribiera Neruda en ese admirable “Versainograma a Santo Domingo

Nunca participé en combate, mis padres me trasladaron a la casa de mi hermana frente a la UASD, pero sufrí la pérdida de amigos cercanos asesinados por los francotiradores yankis y vi innumerables cadáveres de jóvenes que ofrendaron su vida por este terruño. 

Hoy a 51 años de esta gesta que las jóvenes generaciones a penas conocen y cuyos ideales, que fueron los ideales de aquella Raza Inmortal que desembarcaron por Constanza, Maimón y Estero Hondo en 1959, se han olvidado entre los fuegos fatuos del poder que corrompe todo, me embarga un pesado sentimiento de tristeza al mirar hacia atrás y ver tantas vidas útiles pérdidas para nada: La Raza Inmortal, en la que vino mi tío, Danilo Valdez Borges, hermano de Mamá, Manolo, Luis Parrish, Los Palmeros, Caamaño...

Siempre recordaré los ojos llorosos de Mamá cuando observábamos impotentes las huestes invasoras marchar en dos columnas por la calle que no había sido mancillada hasta que se firmó el acta que dio por  finalizada, parcialmente, por qué lo que continuó fue una guerra de exterminio de constitucionalistas,  la guerra de abril. Siempre me inclinaré reverente frente al Copello , con las cicatrices de los disparos ,que albergó dentro de su arquitectura de calidad el gobierno constitucionalista. 

Sí, me siento orgulloso de haber vivido esa gesta y siempre la tendré presente, porque fue una guerra justa y desigual, patriótica y revolucionaria, que desafortunadamente parió un futuro, que hoy es presente y que tiene muy poco, por no decir nada, de los ideales de aquellos héroes.



Como de alguna manera la Guerra de Abril es Caamaño, les dejo con esta poesía que escribiera mi madre cuando lo asesinaron en las montañas de Quisqueya, donde cayera de igual manera asesinado Manolo Tavares Justo. 

 Al Coronel de Abril

Era Gallardo y valiente
Este guerrero gentil 
Era tenaz, persistente
Era el ¡Coronel de Abril!
Cayó peleando de frente
En sus manos el fusil
Regó su sangre caliente
En holocausto inclemente
Nuestro Coronel de Abril 
Llora Quisqueya y su gente
Con lágrimas de dolor
Pero piensa heroicamente 
Que coroneles como ese
Tienen un trono esplendente
Con rayos de puro sol
En el alma, el sentimiento,
En la vida y corazón 
De cada dominicano
Que recordarán para siempre
El poderío de su mano
¡Salve Guerrero Gentil!
¡Salve Coronel de Abril!

Marina de Rancier
OR