Reflexiones desde
la epidemia.
Sobre el espacio
público y el olvido de las aceras.
El Foro de Municipalistas ha publicado un documento, con el que estoy totalmente de acuerdo, exigiendo el rescate de una serie de espacios públicos que por decisiones administrativas han sido cercados, entre ellos el parque Independencia, la plazoleta de la iglesia del Carmen, la Plaza del Padre Bartolomé de las Casas y últimamente la plaza de Santa Bárbara. Cada una de ellas en su momento se hizo en respuesta a una situación particular. El parque Independencia fue parte del proceso de resemantización que emprendió el Dr. Balaguer de espacios significativos de la guerra de abril del 1965, la plazoleta del Carmen se cerca para evitar las protestas y huelgas de hambre de parte de los obreros portuarios de FOUPSA durante los primeros años del balaguerato y el plaza Las Casas y Santa Bárbara con el argumento de la seguridad ciudadana.
Las restricciones de uso de los espacios públicos producto del impacto del COVID_19, obviamente ha hecho que se aprecien más esos espacios que. como dice Bohigas, son la ciudad. Sin embargo, me extraña que solo se hable de plazas y plazoletas cuando, como explica el historiador Spiro Kostof hay dos tipos de espacios públicos, los de destino, como las plazas, parques y plazoletas y los de flujo, como las vías y sus aceras. Para mi las aceras son los espacios públicos donde cotidianamente se construye los lazos interpersonales que finalmente definen la ciudadanía, inclusive mas que las mismas plazas, que visitamos, si lo hacemos, muy pocas veces con relación a las aceras, que usamos cotidianamente.
Así mismo, las
aceras son los espacios públicos más agredidos sin que aparentemente le
importen a nadie. A diario vemos como muchos negocios y edificios comerciales y
de apartamentos se apropian de las aceras como estacionamientos o rampas de
acceso a los estacionamientos, a menudo talando los árboles de las aceras, una
práctica común en Gascue, donde las empresas eléctricas han plantado unos
postes de alta tensión que ocupan casi toda la anchura de las aceras.
En la Ciudad
Colonial, se le puso unas puertas metálicas a la calle de los Nichos o calle Pellerano
Alfau, detrás de la Catedral, la otra calle peatonal de la Zona. Y en muchos otros
sitios de la ciudad los llamados “parqueadores” “organizan” impunemente
estacionamientos sobre las aceras, lo que ocasiona la ruptura de estas.
Está claro que nuestras
ciudades se construyen para los automóviles y no para las personas. Todas las
grandes soluciones urbanas presentadas por los políticos inician con el tema
del tránsito y el transporte y, así, los
autos se van apropiando de los espacios públicos como parte de los programas de
los gobiernos, en los que pocas veces aparece el rescate de los espacios públicos
y la dotación de espacios públicos a las áreas urbanas que carecen de estos. Richard
Roger en su libro “Ciudades para un pequeño planeta” presenta un interesante
diagrama donde se muestra como el impacto del automóvil reduce los contactos
entre vecinos.
En la ley 675 de ornato público de 1944, en su artículo 7 literal b, se establece el ancho mínimo de las calles y avenidas que seria de 14 y 25 metros respectivamente, y establece que el ancho de las aceras en calles es 1/5 de su anchura o sea 2.8 metros y en avenidas ¼ de su anchura, 6.25 metros. ¿Cuál de las nuevas urbanizaciones cumple con este requerimiento que establece una ley de 1944? Conocemos urbanizaciones con aceras de sesenta centímetros y nadie nunca ha protestado.
Si a estas situaciones le agregamos el estado físico de las aceras que hace imposible que los peatones se desplacen, sobre todo las personas con algún tipo de discapacidad, tendremos un panorama dramático de las aceras de nuestras ciudades.
El poder político que
tienen las espacio públicos es evidente y tal como dice Amanda Burden en su
excelente presentación en TED, las personas, aunque no utilicen los espacios públicos
se sienten mas identificados con sus ciudad solo con saber que están ahí, pero
hay que completar nuestro concepto de espacio público incluyen las aceras y las
calles y su arborización pública. Gascue, como planteaba doña Marcelle Pérez de
Brown en “Gascue: Jardín Urbano”, de concibió como una urbanización sin plazas
porque el verde estaría en los jardines de las residencias y las calles
arboladas, todo eso se está perdiendo por el impacto del desarrollo inmobiliario
descontrolado que sigue pensando una ciudad híper densificada con el automóvil como
centro, lo que les permite ganar mas a costa de la calidad de vida de los
ciudadanos y de los espacios públicos, principalmente de las aceras y las
calles.