martes, agosto 04, 2015

A Emilio en el Día del Urbanismo Dominicano: ¿Es Santo Domingo una ficción?

Uno de los aportes de Emilio Brea fue lograr, como parte de Nuevarquitectura y con el apoyo del Arq. Rafael Tomás Hernández, que se declarara el 4 de agosto, día en que se celebra la fundación de la ciudad de Santo Domingo, nombrada primeramente como la Nueva Isabela por el Adelantado Bartolomé Colón, hace 519 años ( eso asumiendo el año de 1496 como año de su fundación, que aun los historiadores no se ponen de acuerdo entre otras cosas porque no hay un acta fundacional ).
Esta ciudad es, como escribiera el Padre Rubio, un acto de amor y voluntad y su primer producto fue el primer mestizo de América, siempre segun el padre Rubio, hijo de Ozema, la cacica del Ozama, bautizada después como Catalina y Miguel Diaz de Aux, quien recalara en estos lares huyéndole a la justicia de La Isabela.
Emilio logró que  Balaguer  promulgara el decreto 211 de 1993 (211-93)  que reza de la siguiente manera:
JOAQUIN BALAGUER
Presidente de la República Dominicana
NUMERO: 211-93
            CONSIDERANDO: Que la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, capital de la República Dominicana, cumplirá el día 4 de agosto de 1998, quinientos años de fundada por Bartolomé Colón, iniciándose así el proceso de urbanización española en América;
            VISTA  la solicitud elevada al Poder Ejecutivo por el Grupo Nueva Arquitectura, Inc., entidad profesional fundada el 3 de mayo de 1979.
            En ejercicio de las atribuciones que me confiere el Artículo 55 de la Constitución de la República,
D E C R E T O:
            Artículo 1.- Se instituye el 4 de agosto de cada año, como “Día del Urbanismo Dominicano”.
            Artículo 2.- Envíese a las Secretarías de Estado de Interior y Policía y de Obras Públicas y Comunicaciones; al Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores, al Consejo de Dirección del Núcleo de Arquitectura del CODIA y a la Comisión Nacional de Urbanismo, para los fines correspondientes.
            DADO en Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, Capital de la República Dominicana, a los treinta (30) días del mes de julio del año mil novecientos noventa y tres; año 150 de la Independencia y 130 de la Restauración.
JOAQUIN BALAGUER.


Esta declaratoria que es olvidada hasta por los propios arquitectos y urbanistas dominicanos y sus representantes  se lo debemos a las gestiones de Emilio José Brea García, El Hijo de la Viuda.
OR

¿Es la ciudad de Santo Domingo una ficción?

¿Que es la vida? Un frenesí
¿Que es la vida.? Una ilusión,
 una sombra, una ficción.
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

La vida es sueño.
Calderon de la Barca.

Paseando por la Ciudad de Santo Domingo, cuyo aniversario celebramos estos días, me preguntaba, teniendo en la cabeza el monólogo de Segismundo, si nuestra ciudad era una ficción.

Joseph Rykwert dice en su libro "La idea de la ciudad" que lo que mas se asemeja a una ciudad son los sueños, y al caminar por las calles de la ciudad, y entenderán que si estoy caminando por las calles eso sólo es posible en la Ciudad Colonial, observaba tantos fantasmas edificados, tantas huellas de lo que se fue, tanto desastres por obcecación, que pensaba que los sueños de Santo Domingo se trastocan muy fácilmente en pesadillas.

Hotel Jaragua. Guillermo Gonzalez. 1942.

Pero rescato el término de ficción por que, además de ser más poético, describe mejor ese ejercicio continuo que se realiza con La Ciudad del Ozama y que responde tan cabalmente a lo que he llamado el síndrome Emiliano Tejera: bien muerto pero mal matado!

La ficción de la ciudad primada de modelo europeo se deshace con las reiteradas boutades que se realizan en ellas desde torres de Marfil inexpugnables al pensamiento otro, deterministas de sus propias genialidades para ellos incontestables y despreciando el saber popular por no ser saber alguno.

Edificio Copello. Guillermo González. 1939.

Se nos deshace en las texturas mal elegidas, en los muebles urbanos  mal colocados, en las prisas políticamente mal entendidas, en la falta de confianza en la capacidad local, en la extraviada búsqueda del santo grial arquitectónico que consagre una ciudad ya consagrada por su propia historia a través de un hierofante all star y frente a todo esto se asume la postura de aquellos tres monitos que no ven, que no oyen, que no hablan.



Y cuando salimos de lo que  fuera una vez la Ciudad Amurallada, nos tropezamos con Gazcue presa por el delirio inmobiliario que la carcome, Villa Francisca perdida por la vorágine comercial, San Carlos arrabalizado a cien metros del Palacio Presidencial, el Polígono Central descentralizado y perdido en su propia esencia por el apetito desmedido de promotores, La Ciénaga y Los Guandules consolidados en su propio riesgo y los ríos, esas venas palpitantes que abrazan la ciudad con el mar de los Indios Caribes, en un despotricado proceso de aterosclerosis múltiple contaminante.



Más al norte los elevados y túneles, como exoesqueletos urbanos, que no resuelven mas que la capitalización del congestionamiento, saltan por doquier convirtiendo la ciudad en una ciudad de dos pisos.

Y se plantean hórridas plazas de canquiñas o zoológicos urbanos y nadie se interesa por los grandes parques mas que cuando se necesita espacio para instalaciones deportivas que se arruinan por su desuso o para estaciones de metros y oficinas variopintos. Y se plantean anfiteatros que agreden el más elemental derecho de las familias que aspiran estar tranquilas o de los enfermos que deben sufrir conciertos y fuegos artificiales por cualquier motivo.

Y por todos lados el estertor de los barrios agobiados por la falta de servicios y por la delincuencia rampante y así por toda su extensión.

Sin embargo, y a pesar de todo, seguimos teniendo una ciudad cuya magia nos embriaga cada mañana, con un potencial infinito que no se reduce por estas actuaciones, con una Ciudad Colonial, que a pesar de que se quiere convertir en un parque temático, aun pervive con ruinas y monumentos que le otorgan su importancia histórica sin que se necesite de espaldarazos internacionales.

Una ciudad que sus habitantes aman y maldicen cotidianamente y que sus gestores no acaban de  comprender el enorme valor que tienen entre sus manos; una ciudad que pudiera ser una ficción, que quizás sea un sueño o una pesadilla, pero que se alza sobre toda esta maledicencia para decir  como Descartes, existo!


¡Felicidades Santo Domingo, que la ficción se trasmute en un sueño bueno repleto de espacios  ciudadanos!
A Emilio, Siempre!

Omar Rancier.