sábado, julio 11, 2015

A Emilio, con amoroso dolor...



A Emilio, con amoroso dolor...

Hoy, hace un año, levantó la muerte el vuelo y se llevó a mi amigo, se llevó a Emilio, simplemente.
Así, desde hace un año, de manera imperceptible pero cotidiana, he padecido de la enorme presencia de su ausencia.
Extraño su encantadora, y a veces insufrible manera de ser cuestionador, su insomne adición a las efemérides, su erudición  desbordada, su hedonismo desenfadado, su transparencia y su verticalidad ideológica, su honestidad enarbolada aun cuando le hiciera daño.
Extraño esa llamada a la hora más inesperada para proponer un idea, su disposición a ser ese amigo con el que siempre se puede contar.
Hace falta su voz, que tantas veces clamó en este desierto ingrato que nos ha tocado vivir. Hoy más que nunca su voz es necesaria cuando los desatinos asedian a su segunda ciudad , Santo Domingo - su primera ciudad fue siempre San Francisco de Macorís, por la cual desarrolló una especie de chauvinismo endémico que enarbolaba con orgullo.
Con Emilio pude construir un sueño que de alguna manera se impuso, que está ahí y aunque algunos mezquinos no quieran aceptarlo, Emilio José Brea García, el hijo de la Viuda, el hermano de Teresa y el orgulloso padre de André, el amigo de Jose Enrique y compañero de escritura de Víctor, mi hermano del alma y mi amigo, es y será un referente importante en el horizonte de la Arquitectura Dominicana.
Escribo con un nudo en la garganta - soy un llorón, lo mismo que era Emilio- y lo hago porque me hace falta, nos hace falta.
Extrañamos su encantador desencanto, su mordaz crítica; su lucidez a veces oscura y su humor a veces triste pero siempre oportuno.
Hoy, hace un año, y de nuevo acudo al poeta de Orihuela:

"Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada"

Miguel Hernández.
Elegía a Manuel Sijé  

OR.