lunes, julio 18, 2016

Una Vista Pública...



El viernes pasado en el Hotel Barceló, antiguo Hotel Lina, se realizó un ejercicio bastante extraño de Vista Pública Ambiental, convocado por los desarrolladores del Hard Rock Hotel y Casino que se proyectó en la Av. Abraham Lincoln del Polígono Central. Y digo bastante extraño porque antes de comenzar la actividad los convocantes tenían redactada una nota de prensa informando que en la vista pública se había determinado la viabilidad ambiental del proyecto. Cosa extraña porque la actividad estaba moderada por uno de los periodistas más reputados del país. 
El tema es que los vecinos del Polígono Central objetan el mega casino que acompañaría este proyecto ( alguien dijo que ese no era un hotel con un casino, sino un casino con un hotel!) y exigen que se cumplan las normas del sector que promueven una densidad de 400 Hab/Ha y una altura máxima de 14 pisos más 1.5 pisos adicionales por piso de parqueo soterrado, cuando el proyecto de Hard Rock Hotel y Casino tendría 38 pisos de altura y una densidad de 1575 Hab/Ha.
Durante la vista pública dos participaciones fueron relevantes, la de Mirtha Cabral, que explicó de una manera clara y detallada la posición de los vecinos, que no se oponen al proyecto pero exigen que se cumplan las normas y las leyes y la de Lucía Amelia Cabral, que con toda la maestría de una artista de las letras, expuso lo que ha acarreado para el malecón de Santo Domingo la implementación de estrategias  turísticas mal enfocadas. En una conferencia que diera en el marco del Seminario de Turismo  y Tercer Coloquio RIGPAC celebrado en septiembre del 2014 en UNIBE, que titulé "Entre  llamar al Diablo y verlo venir" planteaba lo mismo, pero sin la belleza y contundencia que lo hace Lucía Amelia Cabral.
          OR 


Palabras de Lucía Amelia Cabral en la Vista Pública Ambiental del proyecto Hard Rock Hotel y Casino.

Se ha hablado de ilegalidad y es verdad.
De la violación de espacio y es verdad.
De una ciudad maltratada y es verdad.
¡Y es más y es peor!
Hoy se plantea la conveniencia o no de intentar meter un elefante en una caja de fosforo.
Las imágenes, siempre, son precisas, eficientes, directas al pensamiento y la emoción.  Útiles como son, se me ocurre otra, tal vez más elocuente.  Aquí se pretende que un dragón de fuego, de cola dura e ingobernable, le hagamos nido en la palma de nuestras manos.
¡no! Una comunidad, una nación que pierde la noción y el derecho de rechazar lo inaceptable se coloca al borde del abismo, sea por intereses o miopía, o por lastimoso agotamiento de sus energías  
Easí.  Pero nosotros, que representamos miles de familias, no por amanecer en sorpresa, se nos ha robado la perspectiva de lo que hay que hacer, de lo que hay que defender y de lo que no se puede admitir.  
Mis hijos hicieron primaria en el colegio St. Georgesentonces cara a la Lincoln, frente a un supermercado, en una definición barrial armoniosa, sin conflictos.  Luego pasaron a la escuela Lux Mundi. A esos catorce años sumamos dieciséis más como residentes de Piantini.  Ciertamente, el progreso ha pasado por nuestras vidas y por nuestro entornoPero nunca más que hoy hay que subrayar que el progreso tiene obligación moral, no puede dañar, no puede dinamitar, tiene que ser cónsono con el espíritu de las cosas, propiciar el crecimiento que implica un proceso de mejora, en fin, tiene que velar por el bienestar común.  
Esta tarde no puedo dejar de mencionar, recordar, junto a ustedes, lo que una vez fue un paseo de encanto, patrimonio de una ciudad privilegiada, a la orilla misma de la costa.  ¿qué le trajeron los casinos?   ¿Fueron acaso un puntal de apoyo a nuestra política turística?  NO, le trajeron la muerte.  El Malecón dejó de ser de todos, dejó de ser hermoso, dejó de ser un icono de la industria turística dominicana.  
Que su oscura lección ilumine este encuentro de esperanza.  ¡Es cuanto!
Lucia Amelia Cabral