jueves, agosto 15, 2013

2013, “me callo por pudor”

Miguel D. Mena, el hijo de Gabina, es uno de los pensadores de la ciudad de Santo Domingo mas lúcido y desde esa lucidez ha construído algunas de las lecturas de la ciudad mas memorables. En esta ocasión publicamos uno de esos desahogos a que nos tiene acostumbrado desde su-- iba a escribir autoexilio, pero no se si sea correcto el término.
Lo cierto es que Miguel, el Hijo de Gabina, describe de una manera brillante el estado de la sociedad- o suciedad- del país dominicano, como el gusta decir. Un texto para pensar 
OR
2013, “me callo por pudor
Miguel D. Mena
Miguel D. Mena en el curso"Mirar Santo Domingo" realizado en la Facultad de Arquitectura y Artes de la UNPHU en el 2009. Foto OR

En nuestro país hay mayor pasión por los muertos que por los vivos. Los vivos, por su parte, se hacen los muertos. Todo es efemérides, celebración de esto y lo otro, mientras el racismo se asienta definitivamente en nuestras neuronas, las ciudades se desploman ante la corrupción de las autoridades, y "la patria" no es más que un menú, tres colores, y lo que te ofrecen en la pantalla.

La doble moral es la moral. Santo Domingo cumple más de 500 años de existencia y Santo Domingo es una isla dentro de la isla, rodeada de ruinas, comenzando por el malecón –que es muestra palmaria de la “no ciudad”, con ruinas desde Montesinos hasta Haina –y acabando por ese Norte en el que no nos reconocemos pero que “no existe” para nadie.
Cartel promocional del segundo curso “Mirar Santo Domingo” impartido en la Facultad de Arquitectura y Artes de la UNPHU. OR


Si no estás en los clanes y las logias y los grupos, si no mantienes tu grupo en base a elogios –“ah, qué buen poema escribes”, ¡ah, dame la fórmula para rebajar!, “ay, muchas gracias por tu whatsapp desde Aspen, te quedó muy bonita la foto en la nieve!-, estamos condenados al ostracismo.

Nuestra nueva clase media no es más que la síntesis de la vieja burguesía destronada y los nuevos chopos emergentes –vaya la cacofonía-. Los chopos, ah, ese es otro capítulo aparte, porque alguna vez tendremos que salir de los funcionalistas gringos y los estructuralistas franceses para subrayar la importancia del concepto, pero espérenme, que todavía no me pongo viejo, o eso es lo que yo quiero creerme.

Cuando me dicen que nos juntemos para tomar “un vinito” las tripas se me deshacen, no por el “vinito” sino por las ganas de tomar lo que más que gusta en la Isla, aparte del mabí, el jugo de zapote con leche K y el dulce de tomate: agua, simplemente agua… AGUA….

Si las autoridades en vez de dedicar millones para las reinas de belleza y los atletas de "alta competición" lo invirtieran en las escuelas rurales, otro gallo cantaría.

 Cuando veo la medalla de oro de Félix Sánchez me pregunto cuántos millones costó y si vale la pena estar en “el mismo trayecto del sol” a ese costo. Pienso en la India, en VietNam, países grandísimos, con decenios sin ganar medalla alguna en deporte alguno, a pesar de los millones y millones y millones de habitantes. ¿Es que somos más deportivos los dominicanos? ¿Es que estamos condenados a las proezas, a las maravillas, a ser los primados en el Hemisferio y hasta en el mismo cosmos? Quién sabe.

En algún momento "tendremos" que pensar tantas cosas. Por ejemplo, en ese Súper Monstruo que es la UASD, uno de los mayores chupa-sangres nacionales, devorador de uno de los pulmones de la ciudad, laboratorio de todos los males políticos que nos han acontecido desde 1966, donde la Feria de las Yipetas generan más interés por parte de los profesores que la creación de revistas o la organización de seminarios, por no hablar de conferencias o congresos, porque eso está muy pero muy lejos, uao... Y de los estudiantes ni hablar, protestando fieramente porque podrían subir veinte pesos los créditos o diez pesos la comida del comedor, pero no importándoles que construyan edificios horrorosos, infuncionales, como la misma Biblioteca Pedro Mir o la Facultad de Artes, eso, sin contar las decenas de árboles derribados por razones de parqueo.

Y los dominicanitos que están, que estamos fuera, mientras tanto, entre nostalgias y sabelotodismos, con pasiones fat-free y organics, viendo como una soga lo que puede ser un ancla, sin voluntades de ser y hacer cosas, you know, pero mejor callo, me callaré, “la palabra es de ustedes, me callo por pudor”, como canta Pablo Milanés en la “Canción de la columna juvenil del centenario”…

“Cuando a las once el sol parte el centro del honor, 
Cuando consignas y metas piden su paredón, 
Cuando de oscuro a oscuro conversan con la acción, 
La palabra es de ustedes me callo por pudor.”