viernes, julio 07, 2006


Entre Dos milenios: 25 años de Arquitectura Dominicana
Omar Rancier

Introducción
Cuando Carmen Ortega me pidió este trabajo para los 25 años de Arquitexto mi primera reacción fue pensar en como abordarlo .
Unas de las maneras de seguir el desarrollo de la arquitectura dominicana desde 1985 son las Bienales de Arquitectura de Santo Domingo, iniciativa del GNA desde 1986 y donde se han premiado un grupo de edificios importantes no solo dominicanos sino también del Caribe y América Central, pero descarté ese método, que lo dejo como una opción a los lectores, y me decidí por una aproximación más crítica y si se quiere más ácida por que me preocupa, siempre me ha preocupado, los derroteros que ha tomado nuestra arquitectura a partir de una visión que cada día toma mayor definición en nuestra sociedad, una visión que antepone las ganancias, como quiera que se logren, y eso es lo cuestionable, sobre cualquier otro logro de un contenido mas social, lo que ha devenido en una tendencia signada por el formalismo desprovista de contenido y sin vinculación con el espacio urbano, tendencia a la que han sucumbido algunos arquitectos de lo que llamé en un momento “segunda generación de arquitectos dominicanos” que habían producido obras más urbanas y con ideas más comprometidas.
Así las cosas, las ideas expuestas en este trabajo van en esa dirección, una serie de reflexiones que reiteran posiciones anteriores y en las cuales se quedan fuera muchas obras que debieran considerarse.

Una Visión General
La Arquitectura Dominicana en los últimos 25 años ha respondido, como todas las arquitecturas, a las condiciones de la base social que la produce; en nuestro caso una base social que si bien ha logrado cierto desarrollo económico, no ha alcanzado el mismo desarrollo en el ámbito social.
Las características que ha desarrollado nuestra arquitectura a lo largo de esos años se pueden resumir en algunas áreas de actuación especificas.
Una de esas áreas es el Estado Dominicano, cuya incapacidad para fortalecer las instituciones ha sido refrendada por la participación depredadora de los partidos políticos y en el ámbito urbano y arquitectónico se ha caracterizado por una relativamente baja inversión en arquitectura de calidad y mejoramiento urbano frente a la gran inversión en proyectos populistas y viales cuyo resultado ha sido, como se había predicho, totalmente negativos para las ciudades dominicanas.
En la práctica privada quizás lo mas relevante ha sido la emergencia de un grupo de jóvenes arquitectos cuyas producciones han estado vacías de cualquier propuesta teórica o ideológica y se han dejado ganar por un formalismo neoliberal no exento de gracia.
El sector turismo ha presentado en estos 25 años un desarrollo muy importante hasta convertirse en uno de los más , sino el que más, importante renglón de la economía dominicana, sin embargo al mismo tiempo ha presentado dos grandes problemas que las autoridades han soslayado: por un lado la cada día mayor participación no regulada de arquitectos extranjeros en los diseños turísticos ( situación que se repite en algunos sectores del área inmobiliaria) y la creciente arrabalización de los entornos donde se asientan los grandes resorts.
Y en el ámbito académico hemos presenciado en los años finales del periodo estudiado la pérdida del ethos que animara las escuelas de arquitectura hasta mediados de los ’90 convirtiéndose en esa especie de “academia militar”a la que se refiere Joseph Quetglas .
Estos 5 lustros , de todas formas, recogen la mas intensa actividad crítica y divulgadora de los valores de la arquitectura dominicana y el posicionamiento de Santo Domingo, con el Grupo Nuevarquitectura a la cabeza, como líder del re-conocimiento de las arquitecturas y los arquitectos del área del Caribe.
Dentro de la visión de desarrollo de la arquitectura dominicana hay que rescatar dos documentos importantes : “La Carta de la Gran Muralla” de 1984 con la cual los arquitectos logran que se le reconozca la autoría de los diseños arquitectónicos, y el “Manifiesto Al Gobierno y Al País”, conocido como el “Manifiesto de los 28” de 1991 donde se expone claramente los aportes de los arquitectos a la sociedad y se reclama los derechos de los arquitectos desconocidos por el gobierno y por la sociedad, lamentablemente hasta la fecha esos reclamos resultan aun insatisfechos y aquel Manifiesto sigue teniendo vigencia en sus planteamientos.
1980-1989
Los primeros años ‘80 son años en los cuales la participación del Estado se caracteriza por el repliegue en la iniciativa de la construcción y el inicio de la escalada de la presencia del sector privado en la ciudad.
No obstante queda como impronta del estado el infortunado proyecto de INVIVIENDA .
A mediados de esa década, con el regreso de la dictadura ilustrada, se retoma la política de construcción teniendo como meta las celebraciones del Quinto Centenario del mal llamado “Descubrimiento de América”, el proyecto insignia fue la obra de 1930 de un oscuro arquitecto inglés, J.L. Gleave, el Faro a Colon, construído 60 años después por Teofilo Carbonell, completa este panorama los trabajos viales de la Av. México , y de la Av. Quinto Centenario acompañados de una serie de proyectos habitacionales y mixtos que no aportaron nada a la idea de ciudad moderna que se quería vender y que seccionan los barrios de San Carlos y Villa Juana respectivamente y los proyectos habitacionales del Hoyo de Chulín convertido pomposamente en “Puerto Isabela”.
El edificio de la CDA de Fernando Ottenwalder y William-Pichi- Vega es una de las realizaciones memorables de los ‘80, yo mismo lo he incluido entre mi selección de los 10 mejores edificios del pasado siglo ; resuelto en un elegante lenguaje neorracional y con un manejo del espacio marcado por un giro de la estructura con respecto a la envolvente, se logra un edificio que respondía a su emplazamiento de una manera muy urbana, lamentablemente la intervención a que fue sometido para adecuarlo a una institución financiera mutiló la conexión del edificio con el espacio urbano.
En el ámbito privado se continua el proceso de desarrollo de la imagen institucional, iniciado en los 70 con la construcción de una serie de edificios para instituciones financieras. En 1980 Placido Piña y Harry Carbonell producen el edificio original del BHD en un limpio lenguaje neorracional con referencias a Richard Meier; Rafael Martínez diseña para Pujadas, Armenteros & Asociados el edificio del desaparecido Banco del Comercio, negando su condición de esquina y Fred Goico produce los edificios del CityBank y el también desaparecido Banco Hipotecario Financiero.
Uno de los edificios mas comentados del los ‘80 fue el Pabellón Recreativo del exclusivo Santo Domingo Country Club , obra de Piña y Carbonell, donde hacen fe al postmodernismo en una edificación pletórica de referencias a Michael Graves y Charles Moore y de alusiones humorísticas muy a lo Venturi.
Se inicia además un proceso de desarrollo habitacional en altura en la zona que después sería conocida como “Polígono Central” con una serie de diseños de un empalagoso eclecticismo trashumante y desculturizado que llevo a Emilio Brea a acuñar el termino de “Nitinismo” para calificarlos, haciendo referencia a una popular repostería de Santo Domingo.
Aparecen, sin embargo, algunos edificios interesantes como el súper articulado edificio de Seguros Pepín de José Mella y Leopoldo Franco, una muestra de lo que Venturi llamaría edificio “ bello y monumental” al desarrollar su teoría del Tinglado Decorado , o los edificios de Marcelo Alburquerque y Cristóbal Valdez de Plaza Galván y posteriormente Monte Mirador, solucionados en un postmodernismo con oficio.
Otra edificación importante de ese momento es el edifico PALIC de Rafael Calventi, decano de los arquitectos dominicanos, resuelto en un lenguaje horizontal wrigthiano que desperdició la oportunidad de ser mas urbano al colocar los estacionamientos al frente del edificio. En la misma década , Calventi diseña su casa en un limpio lenguaje moderno en una época de un delirante postmoderno, que hizo aclamar al critico e historiador argentino-cubano, Roberto Segre cuando entrara en la vivienda: “¡ quien dice que la arquitectura moderna ha muerto!”, Calventi diseña además en 1986 el abstracto Monumento a la Restauración cuyo remoto y absurdo emplazamiento lo ha mantenido como una ruina poco visitada.
Los ‘80 son además la década de las publicaciones de arquitectura que la inicia el Grupo Nuevarquitectura con la publicación semanal en el Nuevo Diario en 1982 de Hoja de Arquitectura que se publica ininterrumpidamente durante 2 años , de 1982 a 1984, con 122 publicaciones, de las cuales las primeras 100 fueron recogidas en una publicación editada por la Universidad Central del Este en el libro de “100 Hojas de Arquitectura” prologado por Plácido Piña . Nuevarquitectura publica además la revista Arquivox, predecesora de las revistas Arquitexto y AAA.
En 1986 Rafael Calventi, con las fotos de Onorio Montás y un ensayo de Gustavo Moré publica “Arquitectura Contemporánea en Republica Dominicana.”
En los ‘80, en 1985 específicamente, se demuele el magnífico Hotel Jaragua de Guillermo González para hacer espacio a una propuesta comercial de un hotel de catalogo, preludiando una actitud que se repetiría con obras importantes de la ciudad, y no únicamente de parte del Estado. Pienso en la casa Molinari y otras casas de Gazcue demolidas por la ambición de los promotores privados.
En los ‘70 y ‘80 se desarrolla la obra de Cuqui Batista en Santiago. El edificio Metropolitano , el Partido Reformista en santiago, su casa, y el edificio Mera, Muñóz & Fondeur, entre otras, son obras emblemáticas y poco conocidas, que expresan la particular y creativa visión del moderno propia del arquitecto cibaeño, que ha hecho escuela en la ciudad corazón..

1990-1999
Los ’90 es la década de las crisis políticas, económicas y urbanas. Se terminan las obras con miras a la celebración del V Centenario durante la ultima presidencia del déspota ilustrado, el Faro a Colón, la Av. Quinto Centenario y la Av. México ejemplarizan ese momento, que preludia la era de gobiernos neoliberales que se casan con las soluciones viales, deux ex machina del planeamiento urbano, restándole espacio publico a la ciudad y depreciando las propiedades que se encuentran en su entorno.
Se realizan algunas iniciativas que tratan de dar respuesta a los sectores marginales, la mas relevante es la del abandonado proyecto RESURE durante la dirección de la ing, Mercedes Sabater de Macarrulla en el Consejo Nacional de Asuntos Urbanos, CONAU, y con apoyo de el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en la cual tuvimos la oportunidad de participar en un equipo integrado por el chileno Oscar Barahona, y los arquitectos Pablo Morel, Luís Guzmán y Sina del Rosario entre otros.
El proyecto de arquitectura mas importante promocionado por el Estado a finales de los años de 90 lo constituye sin dudas el edificio de la Suprema Corte de Justicia, ganado por concurso por Gustavo Moré y Juan Caro en 1998 e inaugurado en el 2005. Es un edificio que se articula en dos cuerpos por un patio interior para responder a la escala original del sitio que la determinara el incendiado edificio de la secretaria de Agricultura diseñado por Guillermo González para la feria de la paz y confraternidad del Mundo Libre de 1955; el edificio de Moré y Caro responde a un lenguaje contemporáneo donde se explora el espacio como elemento de articulación , no obstante y a pesar del esfuerzo de los diseñadores de responder a la escala del sitio, el edificio resulta apabullante por sus dimensiones producto de un lote que apenas contuvo el abultado programa presentado por la institución de justicia.
La actividad privada se incrementa y se continúan los hórridos apartamentos eclécticos que pueblan como hongos malignos algunos sectores de nuestras ciudades donde se aloja una nueva burguesía neoliberal de políticos, narcos, banqueros y militares caracterizada por una carencia cultural expresada en estos edificios.
Algunas casas aisladas representan algunos puntos luminosos en este panorama, las casas de Oscar Imbert en Punta Cana, incluyendo la suya propia, es una exquisita muestra de una sensibilidad moderna que se apoya en el conocimiento de técnicas vernaculares para festejar lo lúdico, así mismo la casa de Andrés-Yuyo- Sánchez y Cesar Curiel con Plácido Piña de La Cuaba, donde el planteamiento tradicional se dosifica con una demostración de una disciplina de una axialidad clásica que genera un espacio continuo que se comunica con un paisaje típico de nuestro trópico subecuatorial y caribeño.
Los ‘90 es la década de los grandes y pequeños centros comerciales. El polígono central aloja una serie de pequeñas plazas comerciales abiertas donde se explota un lenguaje neohispánico muy ramplón y se desperdicia la oportunidad de hacer ciudad.
Los grandes centros comerciales también se ubican en el polígono central o en sus limites y presentan cada uno una propuesta de arquitectura diferente. Plaza Central, Unicentro Plaza diseñado por la oficina de Martínez Burgos, la Americana , Plaza Lama, diseñados por Pedro José Borrel y el Multicentro de la Churchill de Jeannette Sanoja y Sina del Rosario son cinco respuestas diferentes a la interpretación local del Mall norteamericano, donde solamente el Multicentro responde de una manera adecuada a la ciudad ofertándole un espacio publico que articula el edificio a la actividad urbana cuando los demás colocan el automóvil como protagonista.
En el sector privado sobresale la actividad constructiva del arquitecto Pedro José Borrell que da forma a la imagen corporativa de algunas instituciones financieras y comerciales más importantes del país, Sus diseños para el Banco Popular, la Cervecería Nacional, el Grupo E. León Jiménez , la Americana o Plaza Lama, unos mejores que otros aportan un nuevo perfil a sectores de Santo Domingo y Santiago.
2000-2005
El advenimiento del nuevo milenio trajo, como era de esperar, nuevas expectativas que se han ido modelando de maneras diferentes. La administración socialdemócrata detuvo el impulso de la actividad económica, los proyectos estatales se detuvieron (salvo algunos proyectos del sector financiero que me decepcionaron grandemente por gestión político-profesional y el resultado urbano) y la actividad constructiva cae de nuevo sobre el sector privado, el cual a la postre presentó los mismos niveles de corrupción que el sector político.
Como epilogo debo mencionar a la arquitectura de los jóvenes arquitectos emergentes, ganados por la visión neoliberal como señalo al inicio de este trabajo.
Alex Vega, Rafael Eduardo Selman, Antonio Segundo Imbert, Salvador-Chilito- Pérez, Daniel Pons, Roberto Rijo, han realizado sus propuestas desde esa visión “empresarial” que trata de vender el “american way of life” y sus diseños, frescos y contemporáneos, han contribuido de algún modo a modelar el perfil de una ciudad que se nos pierde y se convierten en la contraparte positiva de los diseños banales y nitinescos que aparecen por todas partes.
Final
Vista a si en una rápida panorámica mi sentir es que la arquitectura dominicana en los últimos 25 años ha madurado profesionalmente, pero ha perdido el ethos de modelar una arquitectura para una ciudad del caribe.
Quizás lo mas penoso es la comercialización de esa arquitectura madura profesionalmente de manos de promotores tanto en la parte privada como en la parte Estatal muy creídos en las espejismos neoliberales que han sido cómplices en el hoyo financiero en que nos enterraron como sociedad el tándem de los políticos y empresarios corruptos y corruptores.

1 comentario:

Marcelo Alburquerque dijo...

Interesante recuento, y exelente conclusión, es cierto, no hemos podido aún tener esa arquitectura caribeña que nos represente porque parece que, o la valoración de la producción internacional vendida como mercancía de moda en el montón de revistas, libros y cuanta cosa banal pueda verse nos disminuye nuestra capacidad de planteamientos opuestos a esa "moda"o, poque el eterno afán de protagonismo y bostonblackismo de los arquitectos, hace que trabaje más el ego que el cerebro.