Metrópolis
y territorio.
Dibujo sobre una ciudad de carne y hueso de Aquiles Azar. Seminario "Sobre un Mejoramiento Posible" 1993 |
Las escalas de la ciudad van desde la aldea o el pequeño poblado hasta la Megalópolis. La cantidad de pobladores definen la escala, así, una megalópolis es una conglomerado urbano de más de diez millones de habitantes. En esa escala se encuentran ciudades como Tokio, New York, Ciudad México y São Paulo. En ese tenor, una metrópolis tendría más de un millón de habitantes. La zona urbana de Santo Domingo, esa que llamamos el Gran Santo Domingo, tiene actualmente más de tres millones de habitantes, por lo que cae dentro de la escala metropolitana. Igualmente, Santiago cuya población se calcula actualmente en más de un millón de habitantes.
Santiago. Google Earth.2021 |
Santo Domingo. Google Earth.2021 |
Otra acepción del concepto metrópolis, plantea como tal la o las principales ciudades dentro de una región. Para el caso nuestro, podemos considerar que la República Dominicana posee dos zonas metropolitanas, donde en los días laborables se concentra probablemente más de la mitad de la población del país.
Estas grandes conurbaciones son espacios supramunicipales que requieren una planificación que permita la coordinación eficiente de todas las acciones que ocurren en su territorio, canalizando los recursos donde la demanda los requiera para lograr un desarrollo local sostenible y equitativo.
En la
última década del siglo XX y la primera del XXI, se dio en América Latina un
movimiento de reforma del Estado que contempló la descentralización
administrativa con el fin de descongestionar a los gobiernos centrales de las
presiones ocasionada por la demanda territorial, fortalecer la democracia y
crear una gobernanza de cercanía. Santo Domingo fue hasta el 2001, una
demarcación política unitaria; a partir de esa fecha se descompone en cuatro
municipios y el Distrito Nacional con la intención de mejorar la atención y los
servicios demandados por una población creciente. Sin embargo, a pesar de que lógicamente
siguió funcionando como un solo organismo, esa división política no logró, ni
aún lo ha logrado, una coordinación efectiva en términos de gestión.
Así
tenemos que el consumo de suelo del Gran Santo Domingo es de 8.9 km2 al año según
datos de la Oficina Nacional de Estadística, o sea, casi 9 veces la Ciudad
Colonial por año, lo que habría que pensar a la luz de la seguridad alimentaria
(algo que pasa también, peligrosamente, en el Cibao Central). El parque
vehicular privado aumenta cada año debido a que el sistema de transporte urbano
no satisface la demanda de la población; más del 30% de la zona urbana del Gran
Santo Domingo carece de alcantarillado pluvial y sanitario, ocasionando el uso
masivo de pozos filtrantes para disponer de las aguas servidas que contaminan
las aguas subterráneas.
Adicional
a todo esto, las carencias se concentran en las zonas más pobres, convirtiendo
la ciudad (o las ciudades) en un espacio que no cumple con la promesa de equidad
social; sin embargo, producto de la híper concentración de bienes y servicios
en las zonas metropolitanas , y en las diferentes escalas , en las áreas urbanas,
la ciudad , y en este caso la metrópolis, sigue siendo la meta de la población
pobre rural porque en ella se tiene más oportunidades de desarrollo y mejor
acceso a los servicios básicos. De esa manera,
aunque las zonas rurales siguen siendo los territorios más pobres geográficamente,
la pobreza como tal se concentra en las grandes ciudades.
Si consideramos,
como mencionamos anteriormente, la
concentración poblacional de Santo Domingo y Santiago, se entiende la necesidad
de crear un instrumento de planificación que coordine todas las acciones de los
diferentes actores sobre el territorio metropolitano y direccione las políticas
públicas hacia los proyectos de desarrollo prioritarios identificados a través
de un diagnóstico integral y las consultas realizadas en espacios de participación
ciudadana.
Una
estrategia que se ha planteado para frenar la concentración de población en las
zonas metropolitanas es la desarrollar, como sistema, las llamadas ciudades
intermedias de manera que se oferten servicios y oportunidades a la población en
estas ciudades y de esa forma quitar presión a la metrópolis. Sin embargo, independientemente
de la necesidad de fortalecer las ciudades intermedias para descentralizar la
oferta de los servicios básicos y de crear redes de ciudades que articulen sus
ofertas con las metrópolis, es necesario abordar el Plan Metropolitano de
Ordenamiento Territorial, en el Gran Santo Domingo y en Santiago, como un plan
supramunicipal que aporte un espacio de gobernanza que coordine las actuaciones
y organice los servicios transversales comunes.
Plano de Santo Domingo. Decada de 1972 |
Desde
1939, cuando el arquitecto español Bernardo Ginés De Los Ríos, quien había sido
viceministro de obras públicas en el gobierno republicano, es contratado por Trujillo para hacer el Plan Director de Ciudad Trujillo,
se han estado formulando planes para la ciudad de Santo Domingo. Además del de
Ginés hemos tenido el Plan Vargas Mera-Solow de 1956; el Padco-Borrell de 1978 financiado
por el BID y el Plan Indicativo de la Zona Metropolitana de Santo Domingo, formulado
por el CONAU con recursos de la Unión Europea a través del PARME en el 2007,
entre otros. Ninguno de esos planes se pudo implementar, por razones políticas
principalmente. Sin embargo, constituyen unos referentes que nos muestran que
desde hace tiempo se necesita construir una visión de planificación de la
ciudad para mejorar la habitabilidad de la misma.
Santo Domingo y Santiago, necesitan pensarse como metrópolis , ahora, cuando todavía se puede.
OR
No hay comentarios:
Publicar un comentario