miércoles, abril 28, 2021

Planificación y Desarrollo

 

Planificación y Desarrollo.


Propuesta de las 5 Regiones Únicas de Planificación

Sergio Boisier, teórico chileno de la planificación territorial quien nos visitara hace unos años, cuando se empezaba a trabajar con la propuesta del Plan Nacional de Ordenamiento Territorial, solía decir que el territorio no se planificaba, pues está “planificado” naturalmente, que lo que se planificaba eran las actividades que se realizan en el territorio. De esa manera dejaba claro que en la planificación el territorio es una construcción, un constructo social que se desarrolla sobre la geografía.

El territorio tiene esos dos componentes que interactúan constantemente: el componente natural, físico,  ambiental y, si se quiere, geográfico. Mensurable, cada vez con mayor precisión gracias a las técnicas geomáticas; y el componente social, que es una construcción histórica que la sociedad va realizando para tratar de adaptar la naturaleza a sus necesidades ( como sociedad no hemos aprendido aun que somos nosotros los que debemos adaptarnos a la naturaleza) manifestado a través de las actividades económicas y culturales.

A esos dos componentes se le suma un tercer componente, el componente espacial, que es una especie de subproducto del componente social que se manifiesta en los sistemas de colonización del territorio que se da a través de los asentamientos humanos: aldeas, poblados, ciudades y metrópolis[1].

El abordaje de los procesos de planificación integrada debe partir de entender las dinámicas y la interactuaciones de esos tres componentes. Y, también, de entender las diferentes escalas en que se dan esas interrelaciones y sus responsables.

Se ha dividido el territorio en tres grandes escalas de actuación: la escala nacional, la regional y la escala municipal. De acuerdo con el marco legal existente, las escalas nacional y regional, son competencias del Gobierno Nacional. La escala municipal es competencia de los gobiernos locales. La provincia no existe como escala de planificación, aunque la ley establece la conformación de Consejos de Desarrollo Provinciales . Sin embargo, aún carecemos de un marco leal específico para la planificación del territorio y aunque los proyectos de Ley de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelo y la Ley de Regiones Únicas de Planificación hace mucho están depositadas en el Congreso Nacional, los mismos no se han promulgado y esto hace que la implementación de los instrumentos de planificación, como el Plan Nacional de Ordenamiento Territorial y los Planes Regionales, no se haya podido concretar.

Entender el territorio supone entender que los proyectos de desarrollo se ejecutan en la demarcación municipal, ya sea urbana o rural, pero también entender que estos proyectos deben responder a unas políticas generales de escala nacional y regional, que han de ser alimentadas a partir de las necesidades del territorio en un enfoque integrado de abajo hacia arriba (diagnósticos) y de arriba hacia abajo (políticas y planes)

 He dicho en varias oportunidades, que en el proceso de planificación o de formulación del Sistema, a menudo ponemos la carreta delante de los caballos. No se han podido sacar las leyes de Ordenamiento Territorial ni la de Regiones Únicas; tenemos sin terminar una propuesta del Plan Nacional de Ordenamiento Territorial, que es un mandato de la Constitución[2] y de la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo y nos falta completar la propuesta del Plan Regional de la Región Suroeste y de abordar los otros 4 planes regionales. Se han dado los primeros pasos para el Plan Metropolitano de Ordenamiento Territorial del Gran Santo Domingo y de Santiago, y se ha planteado la formulación de un Plan Territorial Fronterizo, que constituyen escalas supramunicipales. Sin embargo, se formulan Planes Municipales que carecen de un referente en cuanto a unas políticas de planificación y desarrollo tanto nacional como regional.

Ciertamente se han realizados esfuerzos para ir subsanando esta situación, como lo ha sido la elaboración de una Guía para la Formulación de Planes Municipales de Ordenamiento Territorial, editada por la Dirección General de Ordenamiento y Desarrollo Territorial (DGODT), actualmente Viceministerio de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Regional,  con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de varias guías para la formulación de Planes Municipales de Desarrollo. Estos documentos tratan de señalar metodologías de abordaje para que los gobiernos locales formulen sus planes de acuerdo con unas directrices técnicas que, de alguna manera, cubren la ausencia de las políticas nacionales y regionales, y permiten que los municipios inicien sus procesos de planificación.  

Actualmente y por primera vez en mucho tiempo se ha planteado la territorialización de las políticas públicas como estrategia para el desarrollo y para lograr ese cometido hay que contar con los instrumentos de planificación de todo el sistema y no sólo de la escala local.

Para que los gobiernos locales vean reflejado sus proyectos priorizados, debe, además, completarse el Sistema Nacional de Inversión Publica (SNIP), activando los Consejos de Desarrollo en las diferentes escalas: regional, provincial y local para que se prioricen de manera escalonada los proyectos de desarrollo identificados a través de los planes de ordenamiento y los planes de desarrollo y que los mismos sean incluidos por el Consejo de Gobierno en el Presupuesto Nacional; de esa manera se concretaría la inversión en los territorios y se generaría desarrollo.[3]

 

Es un buen momento para retomar la formulación del Plan Nacional y los Planes Regionales de Ordenamiento Territorial, incluyendo los Metropolitanos, y activar y recomponer de una vez por todas el Sistema Nacional de Planificación.  

OR

 

 



[1] Metodología utilizada en el abordaje de los procesos de planificación desarrollada por Rafael Emilio Yunén y Julio Corral, con técnicos de la recién creada, en ese momento, Dirección General de Ordenamiento y Desarrollo Territorial.

 

[2] Artículo 194 y 196 de la Constitución y 32 de la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo

[3] Ver Normas Técnicas Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) 2.2.3. Composición del Sistema Nacional de Inversión Publica en el Marco de la Ley 498-06.

lunes, abril 19, 2021

 

 

Sobre las pérdidas en el Arte Público Dominicano.

Respondiendo una pregunta de mi viejo y entrañable amigo José Rafael Sosa sobre el decreto que crea el programa de Arte Público Dominicano, que como le escribí me parece una muy buena iniciativa que esta mal enfocada, sobre todo por referirse casi exclusivamente al arte mural, sin considerar otras artes, incluso la poesía y la música, como los flashmob, donde orquestas y bailarines asaltan un espacio público sorprendiendo a los usuarios; me referí a una programa que en algún momento, y pienso que puede ser dentro de esta iniciativa, rescate algunas piezas de arte público dañadas , perdidas o abandonadas.

No es que piense que el mural como arte publico o arte urbano, que son dos conceptos diferentes, no merezca la atención, sino que me parece que el muralismo debe ponderarse, porque de mano del horror vacui, se pretende muchas veces llenar todos los muros con un mural, algunos buenos y otros terriblemente malos. Un amigo arquitecto me hablaba de lo que el llama “la ignorancia ilustrada”, refiriéndose a esa compulsión de llenar todas las paredes, y lo hacía refiriéndose al Museo de Historia Natural cuyas paredes fueron blanco de la imagen, muy bien dibujada, de un Tiranosaurio Rex, sin embargo, los diseñadores nunca pensaron en las paredes del museo como lienzos para murales, porque que hay que valorar la arquitectura y que una pared vacía cuenta una historia que también debe respetarse.

El muralismo urbano cobra su verdadera magnitud cuando se usa como estrategia de paisaje urbano; algo de eso se ha hecho en el barrio Simón Bolívar de Santo Domingo; en Salcedo, de una manera a mi parecer excesiva y en Santiago. Esa estrategia de paisaje urbano no necesariamente requiere de la pintura mural tradicional, sino, como lo demuestran algunas barrios populares y vernáculos de ciudades en todo el mundo, del efecto de conjunto, como también lo demuestra el artículo que tuvo la gentileza de compartir Carmen Ortega cuando publiqué mi artículo sobre la quinta fachada de la Ciudad Colonial.

(ver https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/959732/arquitectura-para-colorear-7-vibrantes-ciudades-vistas-desde-arriba).

 Otro tema es el de los grafiteros que han llevado esa expresión popular a la altura de un arte comercial muy cotizado, como lo hizo Basquiat en su momento y, en la actualidad, el enigmático Bansky.

A José Rafael le hablé de algunas obras particularmente importantes y algunas de ellas irrecuperables, como las estatuas de Prats Ventós en el edificio Bellas Artes de 1955 diseñado por esa gloria de la arquitectura nacional que es Cuqui Batista. Durante la renovación que se hiciera de ese edificio en la segunda mitad de la década de 1960, las estatuas de Prats Ventós, ese genial catalán que eligió nuestro país como su patria, fueron “ sustituidas” por unas estatuas clásicas adquiridas en Italia.


Esculturas de Prats Ventós sustituidas del Palacio de Bellas Artes.


 Las esculturas de Prats Ventós tenían una presencia y una fuerza telúrica, con una elegancia clásica pero de expresión contemporánea. A la fecha, no se sabe el destino de aquellas piezas maestras y aún hoy día en las redes se discute sobre el tema. Lo cierto es que perdimos una muestra valiosa de arte público.

Mencionaba los móviles cinéticos en acrílicos de Cristian Martínez que se mostraban en el Aeropuerto Internacional de Las Américas, contando la historia de la aviación y el llamado “Móvil Unicinético” que colgaba de un patio interior de la Biblioteca Nacional diseñada por la oficina de Caro Álvarez. Ambas piezas desaparecen cuando se renuevan los espacios del aeropuerto y cuando se construye la ampliación de la Biblioteca, obra de Gustavo Moré y Juan Caro.

Móvil unicinético de Cristian Martínez desmontado de la Biblioteca Nacional

 Parecería que las renovaciones y remodelaciones de edificios públicos conlleva la pérdida de las piezas de arte público pues algo similar sucedió cuando se interviene el Edificio de Oficinas Públicas Juan Pablo Duarte, mejor conocido como “El Huacal” diseño de Pedro José-Cucho- Borrell de 1970, primer edificio en altura que se yergue mostrando su estética neo brutalista en los limites norte de Gascue.

Originalmente, El Huacal tenía una plaza frontal donde se mostraba una pieza escultórica abstracta del escultor José Rotellini, una especie de óvalo desplegado blanco que rescataba la normativa que plantea que las obras de cierta escala deberían acompañarse de una pieza de arte público. De nuevo cuando a principios de siglo se interviene el edificio para incluir una especie de vestíbulo general, se pierde la plaza, que se convirtieron en estacionamientos- el terror de Gascue- y la escultura de Rotellini se desmonta y arrincona  en el edificio. Creo haberla visto arrumbada en algún sitio de la explanada del segundo nivel del Huacal.

La desaparecida plaza frontal del Huacal.
Escultura de Rotellini desmontada del frente del Huacal.

Mencioné también, el caso de la glorieta del antiguo Parque Independencia, diseño del arquitecto checoslovaco Antonín Nechodoma, quien trabajara profusamente en Santo Domingo y en San Juan de Puerto Rico en las primeras décadas del siglo XX. La rotonda desaparece cuando, coincidencialmente, Cristian Martínez remodela el parque dotándolo de una agresiva verja estroboscópica que segrega el espacio de del resto de la ciudad. De la glorieta de Nechodoma solo persiste la piña que coronaba la rotonda como una extraña pieza de jardinería.

La desaparecida glorieta del Parque Independencia, de Antonín Nechodoma.

Luego de comentarle a José Rafael sobre estas piezas recordé algunos casos patéticos donde el arte público, esta vez específicamente mural, se ha destruido o abandonado.

El más patético de todos es la pieza única y magistral que Carlos Cruz Diez, reconocido internacionalmente como uno de los grandes artistas del Op Art, desarrollara en los anodinos silos de los antiguos Molinos Dominicanos, en la rivera este del Ozama.

Los “Cilindros Cromointerferentes”, como le llamó el maestro, convirtieron esos cilindros anónimos en una vibrante pieza de arte público, que donó Cruz Diez, sobrino nieto de Juan Pablo Duarte, al pueblo dominicano. Cuando se venden los molinos a un grupo privado se toma la decisión de borrar aquella obra invalorable de arte público.



 ¡Tan fácil se toman las decisiones sobre el patrimonio artístico del país!.

Lo mismo ha pasado con el mural de Silvano Lora, en la subida de la calle Jacinto de la Concha de Villa Francisca, en una pared exterior del llamado Ensanche Cucaracha, antigua casa de Pipí Trujillo, que se ha ido borrando con el tiempo sin que a nadie le importe.

Mural de Silvano Lora en la pared del Ensanche Cucaracha.


Me viene a la memoria, también, un increíble mural de Paul Giudicelli, en cerámica, que alguna vez vi en una pared de la Gallera de San Juan de la Maguana, y que desconozco su destino, aunque en el 2015 el Ministerio de Cultura anuncio su rescate.

Detalle con la firma de Giudicelli del Mural de la Gallera de San Juan.

Creo que este programa de Arte Público Dominicano debe ampliarse a otras expresiones de arte y debe contemplar el rescate de algunas piezas que se han olvidado dentro del tráfago de una metrópolis  que corre, galopante y desaforada, hacia no se si un mejor o peor destino, que el arte público puede mitigar.

Omar Rancier