viernes, noviembre 03, 2023

EN EL DIA DE LA ARQUITECTURA DOMINICANA



En el Día de la Arquitectura Dominicana.


 



Hace 35 años, el 2 de noviembre de 1988, Joaquín Balaguer a solicitud del Grupo Nuevarquitectura emitió el decreto 503-88 donde se instuye, en su único artículo, el 3 de noviembre de cada año como el “Día de la Arquitectura Dominicana”.  Fue una manera de hacer visible y reconocer los aportes de los arquitectos dominicanos a la sociedad.

Desde entonces en el día 3de noviembre, fecha del nacimiento de Guillermo González, reconocido como el padre de la arquitectura moderna dominicana, diseñador del Parque Eugenio Maria de Hostos, inicialmente conocido como Parque Ranfis, del desaparecido Hotel Jaragua y de los principales edificios del Centro de los Héroes, antigua Feria de la Paz, se celebra la arquitectura dominicana.

Visto en retrospectiva he dicho anteriormente que, finalmente, la sociedad dominicana ha entendido que el diseño aporta plusvalía a las edificaciones y a la ciudad; y que nuestra arquitectura, de manos de un grupo de arquitectos de varias generaciones, ha dado un salto impresionante en cuanto a la profesionalización de la práctica, pero no así en cuanto a una profundización conceptual. Esto es evidente en la cantidad de buenos edificios que se refieren a tipos comercializados basados en la imagen, repetidores de los modelos del sistema. No hay la suficiente exploración en nuestra cultura, en la cultura de la ciudad y sobre todo no hay debate sobre esos temas. Repito, se ha avanzado de forma impresionante en la profesionalización y la imagen  y no en la profundización conceptual y en el pensamiento.


El “pathos” que existía en 1988, cuando además del decreto se celebró la Segunda Bienal de Arquitectura de Santo Domingo,  dedicada a José Antonio Caro, que había iniciado Nuevarquitectura en 1986, se ha ido extinguiendo. El debate crítico que encendió Nuevarquitectura se ha silenciado. Las publicaciones, que han hecho un trabajo formidable, han sucumbido a una especie de “vanity fair”con poco contenido crítico que inciten al debate y al pensamiento.

La ciudad no se discute y la arquitectura pública no ha sido especialmente relevante. Se han perdido los debates críticos e ideológicos, las publicaciones se alinean al pensamiento neoliberal, las academias se interesan más por los procedimientos y el ranking que por la profundidad del pensamiento crítico e histórico, las asociaciones profesionales se han politizado rumiando su propio desatino y las nuevas generaciones se han profesionalizado huérfanas de pensamiento y rendidas a la economía neoliberal.

Creo que, a pesar del reconocimiento social del arquitecto, las empresas y el propio Estado, aún no reconocen la potencialidad del diseño arquitectónico y urbano como significado estructurante de la democracia. Resulta paradójico, y preocupante, que los gobiernos de fuerza han sido más coherentes en ese sentido.

En la República Dominicana no ha habido un relevo generacional que recoja lo que iniciamos en 1979. Salvo muy raras excepciones – y pienso en la seriedad y profundidad de los trabajos de Marcos Blonda y Alex Mártinez como arquitectos y de Miguel de Mena, como sociólogo e intelectual– encontramos nuevas reflexiones y aportes sobre la ciudad y la arquitectura y las mismas se desenvuelven más en lo académico que en lo crítico. El debate sobre la arquitectura y la ciudad que se daba entre profesionales y que una vez sorprendiera los estudiantes puertorriqueños que nos visitaban como parte de los cursos de Emilio Martinez, Andres Mignucci, Manuel Bermudez y Jorge Rigau, se ha acallado; la crítica mordaz y profunda de Emilio Brea no ha sido recogida, el compromiso con el pensamiento parece en vías de extinción y se discuten banalidades en las redes sociales pero no se asumen posturas críticas publicamente.

A pesar de este panorama exultante y dinámico, raro y decadente a la vez, creo que se puede restaurar el pathos” perdido y comenzar un nuevo debate que ayude a dar profundidad a nuestra arquitectura y a nuestro urbanismo, sobre todo, aprovechando que tenemos un nuevo marco legal en cuanto al Ordenamiento Territorial.

Finalmente quiero reconocer a ese maravilloso grupo de amigos, demasiado grande para mencionarlos a todos, que nos han acompañado en esta trayectoria que se inició con un grupo de arquitectas recién graduadas de la UASD y que se incendió con la participación de Emilio Brea.


OR

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