domingo, septiembre 19, 2021

Jaragua no cae.

 


Jaragua no cae.


El Jaragua, así sin lo de "hotel", ha sido una piedra blanca en el calendario de la arquitectura moderna dominicana. Rescatado del olvido por los trabajos de Cuquito Moré y luego por la difusión que le dio el Grupo Nuevarquitectura en la primera Arquivox y en aquel memorable número azul, el 3-4, la demolición de esta obra de Guillermo González lo consagró, a los 15 años de su muerte, como el indiscutible padre de la arquitectura moderna de esta media isla colocada en el mismo trayecto del sol. Ahora, 36 años después de su absurda demolición Alex Martínez y Rab Messina, lo traen de nuevo al ruedo arquitectónico con su magnífica biografía del edificio.


Hace más de 40 años Eugenio Pérez Montás, el  Último de los Cronistas de Indias, publicó su libro Biografía de un Monumento que trata del proceso de restauración del Palacio de los Gobernadores Generales y Casas Reales, y escribiendo esta reseña sobre Jaragua no cae me viene a la memoria aquel libro de Pérez Montás y lo asocio a ese llamado dramático que hacen los autores de la biografía del Jaragua en el capítulo final donde abogan porque rebasemos la noción de arquitectura dominicana  que por mucho tiempo se ha anquilosado en la Ciudad Colonial.


Jaragua no cae se convierte desde su publicación en un texto importante para la comprensión de la modernidad en el país dominicano. Es un texto poético, poético de acuerdo con la propuesta de Umberto Eco en aquel librito, Apostillas del Nombre de la Rosa, escrito para explicar el otro libro, el grande, El Nombre de la Rosa. En ese librito, Eco dice que “…llamaría efecto poético a la capacidad que tiene el texto de generar lecturas siempre distintas, sin agotarse jamás del todo.” Jaragua no cae tiene esa cualidad. Y así lo dijo  Luis  Felipe Rodríguez, del Centro León, en la presentación del libro en el jaragua, asi en minúsculas, apócrifo, cuando explicaba que el libro de Alex y Rab es un libro de consulta para varias disciplinas porque retrata un momento  muy especial de nuestra historia moderna, la Era de Trujillo, no sólo arquitectónicamente, sino también como una historia social, económica, cultural, turística y de las telecomunicaciones.

El libro engancha desde el principio al fin y nos deleita con datos que van  desde  lo histórico hasta lo histérico, pasando por la chismografía social de una época en  que radio bemba fue silenciada a sangre y fuego.

Los autores, además, se atreven a desmontar lo que llaman el mito de la originalidad del Jaragua y descubre las variadas fuentes de que se sirviera González para hacer su obra maestra, desde la “escalera fordista”, tomada del pabellón de la Ford Motors Company en la Feria Mundial de New York de 1939, como llaman a la icónica escalera del desaparecido hotel que se convierte en el logo de Nuevarquitectura, hasta los hoteles racionalistas nórdicos, reconociendo así lo que llamamos en un artículo la “versatilidad estilística” de Guillermo.

Interesante también es como desentrañan la maraña de intereses, de todo tipo, que dieron origen al proyecto, desde las argucias de María Martínez, la esposa de Trujillo, al principio, hasta la participación de militares balaguerista en la debacle final del inmueble, ese tránsito de ser un hotel de lujo, el único del país en su momento, hasta convertirse en discoteca y guarida de una fauna variopinta que los habita o des-habita al final de sus días.

El abordaje del texto es totalmente biográfico, se cuenta el auge y caída de un gran edificio de la misma manera que se cuenta la vida de una persona, en otras palabras, se personaliza un inmueble que cobra vida propia con la exquisita redacción de Martínez y Messina y que tiene infancia, adultez, vejez y muerte, una muerte trágica y anunciada, además de absurda y politiquera. Esto acompañado de una impresionante documentación gráfica que muestra desde planos de catastrales, documentos, fotografías del Jaragua desde su construcción a su demolición, fotos de la vida social y de los referentes usados por Guillermo para diseñar ese crucero blanco salido del mar, anclado frente a la costa del Mar de los Indios Caribes, todo esto con una magnífica diagramación.

Para los interesados en la arquitectura, las isométricas del Hotel con sus sucesivas adiciones es una información realmente trascendente bellamente graficada. Una delicia.

Tomado del sitio Jaragua no cae, del Centro Leon.

Además, para los ciberadictos, el Centro León, principal patrocinador de este texto, ha puesto en línea una página web con una excelente exposición virtual sobre el trabajo de Alex Martínez y Rab Messina.

Al final, como dijimos anteriormente, se hace un llamado sobre todo a las nuevas generaciones, los llamados millennials, para que retomen el pathos para seguir difundiendo los valores de nuestra arquitectura moderna, cargándole el dado a la tendencia de conservación de lo colonial, todo esto para que no caigan más Jaraguas.


Esta especie de manifiesto me recordó aquel Manifiesto de Nueva Arquitectura – escribíamos así el nombre al inicio -, NuestraVoz: La Crítica de la Arquitectura en Santo Domingo, que leímos en aquella primera exposición organizada por el GNA en septiembre de 1981 en Casa de Teatro “Arquitectura Contemporánea en la República Dominicana” y que ocasionó una emotiva réplica incendiaria de Doi Gautier. Realmente creo que se puede construir una discurso sobre la valoración de nuestra arquitectura que no excluya ningún periodo histórico.

Finalmente, este libro, que además de poético es provocador, es un  excelente  libro que enriquece la bibliografía arquitectónica dominicana y marca pautas y señala sendas que deben ser exploradas con la misma pasión y rigurosidad que define este obra.


OR

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miércoles, septiembre 08, 2021

El crecimiento de las ciudades y la seguridad alimentaria: El caso del Cibao Central.

 


El crecimiento de las ciudades y la seguridad alimentaria: El caso del Cibao Central.

Omar Rancier.


El estudio de la Oficina Nacional de Estadística -ONE “Expansión Urbana. Ciudades Capitales, República Dominicana.1988-2010” registra que el crecimiento de la mancha urbana es más rápido y no proporcional al crecimiento de la población. Eso significa que estamos consumiendo mucho más territorio que el que realmente necesitamos; estamos desarrollando el modelo de ciudad dispersa contrario al que recomiendan los organismos especializados que es el de la ciudad compacta.


Esta situación se complica, como nos muestra los mapas de la huella construida de Land Cover Viewer ( lcviewer.vito.be)  y de la Union Europea  de Global visualition ( ghsl.jrc.ec.europa.eu ), en las ciudades situadas en áreas con un terreno agrícola de alta calidad como es la zona del central del país, el Cibao Central, donde se asientan un grupo de nuestras ciudades mas importantes comenzando con Santiago, que es la mas grande de la red de ciudades que comparten el fértil valle situado entre la Cordillera Central y la Septentrional conocido como el valle del Cibao, y que completan San Francisco de Macorís, Moca, Salcedo y La Vega.

Hace tiempo venimos señalando el proceso de conurbación que se está desarrollando entre estas ciudades que, producto de su ingente desarrollo económico, han venido creciendo paulatinamente y ocupando, con urbanizaciones, las tierras de calidad agrícola que debieran preservarse para la producción de alimentos pero que se están sembrando de concreto. Esta situación es potencialmente grave porque, en un futuro cercano, puede poner en peligro la producción y el abastecimiento de alimentos para esa población que crece de manera incontrolable hacia territorios que debieran estar bajo una categoría especial de protección.

La conurbación que se da en esta zona presenta una característica diferenciada en el sentido de que la misma se va articulando en las orillas de las vías conectoras entres los centros urbanos y de ahí se va expandiendo hacia los terrenos agrícolas.

Si nos vamos de nuevo al estudio de la ONE, veremos que entre 1988 y el 2010 el área de estas ciudades ha crecido y la densidad poblacional se ha ido reduciendo, situación que desde el 2010 se ha acelerado, manifestándose en dos grandes zonas metropolitanas -Santo Domingo y Santiago- que consumen grandes cantidades de territorio consolidando el modelo de ciudad dispersa o desparramada frente al sugerido de ciudad compacta.

Los mapas de la huella urbana en el territorio nacional muestran con dramatismo como el valle del Cibao se ha ido cubriendo de asentamientos humanos producto de una combinación compleja de causas de diversas índoles. Las causas mas importantes serian tres: primero,  económicas, el crecimiento económico de esos asentamientos se expresa en un crecimiento poblacional y un consumo excesivo de territorios; en segundo lugar las causas financieras, para las agencias financieras resulta mas seguro invertir en nuevas urbanizaciones que financiar cosechas agrícolas y en tercer lugar la debilidad de gestión; los ayuntamientos carecen capacidad técnica y  de instrumentos de planificación que permitan controlar la expansión urbana indiscriminada.

De estas tres causas la que podría controlar el conjunto es la de crear capacidades de gestión en los ayuntamientos e implementar instrumentos de planificación que a través de normativas urbanas capaces de detener este proceso de colonización de los territorios agrícolas. El articulo 23 de la ley 176-07 de los municipios, les da potestad a los ayuntamientos de crear por ordenanza el límite de sus áreas urbanas.

Las delimitaciones urbanas dejaron de establecerse en el país alrededor de los años de 1980. Recuerdo cuando el límite  urbano de la ciudad de Santo Domingo hacia el este era la avenida Jacobo Majluta. Luego, en 1993, se formula el Cinturón Verde de Santo Domingo, uno de cuyos objetivos fue el de servir como límite urbano de la ciudad;  después este instrumento se dejó de utilizar y comenzó el proceso de desparrame urbano que se dio en esa década, un proceso que se incrementa en todas las ciudades cabeceras del país, como nos muestra el documento de la ONE.

Andrés Duany, uno de los mentores del llamado Nuevo Urbanismo dice en su Smart Growth Manual que el crecimiento de las ciudades es inevitable y lo que podemos hacer es organizarlo de la manera mas inteligente y propone reemplazar el concepto de no crecimiento por el de buen crecimiento. Estas ideas son más perentorias en zonas, como el valle del Cibao, donde se está en proceso de una expansión - conurbación hacia terrenos de la mejor calidad agrícola. En estos territorios es tan, o mas, necesario fortalecer las capacidades técnicas de las Oficinas de Planeamiento Urbano de los ayuntamientos, dotándolas de herramientas normativas y de gestión, como crear los espacios participación que, en ocasiones, podrían considerarse que asumen responsabilidades que son competencias de las municipalidades.

Hay que hacer un esfuerzo en diferenciar las acciones de fortalecimiento técnico de los ayuntamientos de las que tienen que ver con los espacios consultivos y participativos. Aunque ambas juntas constituirían la entidad ideal para la gestión del territorio hay que darle igual importancia y abordar de esta manera lo que Duany llama el crecimiento inteligente.

Existen instrumentos y metodologías para definir los límites  urbanos de estas ciudades en expansión del Cibao central, como la del crecimiento inteligente y los análisis en base al transecto urbano rural que plantean los nuevo urbanistas o la metodología desarrollada en la Dirección de Ordenamiento Territorial para definir los territorios rurales y urbanos, lo que falta es la instrumentalización de estas metodologías a través de normativas urbanas que definan claramente los terrenos urbanizables de los no urbanizables y establezcan, de acuerdo a las competencias que le da la ley a los ayuntamientos, los limites urbanos.

Definitivamente hay que fortalecer las Oficinas de Planeamiento Urbano de esas ciudades, dotarlas de instrumentos técnicos y normativos para que definan sus limites urbanos y de esa manera poder preservar los terrenos agrícolas  y asegurar un futuro sustentable.