La poética disruptiva en una obra de Julián Esteban Suriel.
Uno de los axiomas de la arquitectura contemporánea es que la disrupción solo se logra con esa mezcla extraña de tecnología paramétrica y minimalismo; de esa forma se descarta como apócrifa cualquier acercamiento historicista. Ese axioma queda desmentido en una obra, en proceso, totalmente disruptiva donde de repente nos encontramos con una poética fractal que se apoya en la historia y la hace explotar de manera maravillosa. Nos referimos al estudio de grabación Facerunt que construye Julián Esteban Suriel en la marginal Núñez de Cáceres.
Umberto Eco define la poética como la capacidad que tiene un texto de generar diferentes significados, y eso, exactamente, fue lo que me pasó cuando, invitado por Hugo Suriel, me enfrenté a la fachada de esta obra.
Me enfrenté a un cuestionamiento de la arquitectura contemporánea
De una riqueza que hablaba de un neo histórico islámico, con arcos góticos, la narrativa se refiere de otros lenguajes, y al acercarnos nos proporciona nuevas informaciones y nuevas texturas, fragmentos de otras culturas, el método Gaudí de armar una textura con fragmentos de cerámica, un trencadís con la característica de lo fractal; además de una contemporaneidad que no se basa en artilugios tecnológicos, sino en una artesanía de la construcción que nos habla de una modernidad historiada.
En un espacio totalmente funcional nos encontramos con una textura mural que utiliza piezas cerámicas de maestros como Thimo Pimentel, con fragmentos - ¿de su imán? A lo Lezama- diversos que desarrollan narrativas diferentes en diferentes escalas.
Y ahí ocurre la disrupción en el juego de texturas, escalas y narrativas que llenan el espacio de significados en un momento a crítico en la arquitectura contemporánea donde el significado es nulo y la narrativa la misma, como ocurrió con el moderno.
Recordando los libros de Charles Jencks, y su obsesión por etiquetar la arquitectura, me asaltaron varias posibilidades de definir un lenguaje en esta propuesta que fueron desde el ecléctico al neo posmoderno, que descarté rápidamente. Lo cierto es que me encontraba frente a un lenguaje ecléctico, efectivamente, pero con una riqueza fractal que reivindicaba otras aproximaciones que serian, también de acuerdo a Eco, negaciones de las propuestas minimalistas y paramétricas.
Lo fractal, al acercarnos a las paredes, era evidente. Distintas texturas y escalas, narrativas superpuestas asaltaban mis sentidos de una forma que Mendelbrot podría convertir en una hermosa curva psicodélica.
La utilización de fragmentos de diferentes materiales, juguetes y piezas cerámicas me pareció una nueva especie de trencadís texturizado y autosemejante…
La obra está aún en construcción y hay que esperar su conclusión para valorarla en su aproximación de diseño, sobre todo en lo arquitectónico, donde se sugiere un pieza newyorkina que promete evocaciones de la década de 1950, porque, en términos urbanos, el frente de Facerunt ya es un grito diferente, en una avenida cuyo tráfago engulle otras arquitecturas.
Ha resultado refrescante, pero también agobiador, encontrarnos con un lenguaje que cuestiona la reductividad contemporánea. Un palimpsesto superpuesto, una nueva narrativa.
¿Back to the future?
Julian Esteban es artista visual, poeta y músico. Fue estudiante de ingeniería y su padre lo califica de [indescifrable[
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