Los dos últimos sábados de este mes de enero del 2013, he
disfrutado de un programa que luce muy interesante: la animación de la Ciudad
Colonial de Santo Domingo, que realiza el Ministerio de Turismo apoyado en el
Programa de Fomento al Turismo Ciudad
Colonial del BID para la CCSD que coordina Maribel Villalona.
PRO DAN CO en El Conde |
Primero, el sábado 19, fue el Grupo de Danza Moderna PRO DAN CO , dirigido por Marianela Boan, que
realizó un interesante performance a
través de toda la calle El Conde desde el Parque Independencia hasta el Parque
Colón; una presentación que resultó graciosa, creativa y divertida, pero que
ante la ausencia de un guión lució asi mismo un poco desarticulada.
PRO DAN CO en el Parque Colón. |
Le comentaba a Maribel que me hubiese parecido mas interesante si
se articulaba la presentación con los edificios paradigmáticos de El Conde: el
Copello, el Olalla, el Cerame, el Diez , el Baquero y la casa Plavime.
La Sinfónica Juvenil en el Parque Colón |
El sábado 26, Dia de Duarte, el bicentenario de su nacimiento, se pautó lo que el
Director de la Sinfónica Juvenil, Darwin Aquino, llama un FlashMob, un concierto
de sorpresa en el Parque Colon, que fue todo un éxito y confirma de algún modo
el potencial de la Zona como espacio vivo.
Foto tomada de Domincana on line |
Esperando esta otra animación me senté con Martha en el Palacio de
la Esquizofrenia y pensaba para mis adentros que a lo mejor me encontraba con
Harold y de una vez por todas lo comprometía a que diera una charla en la UNPHU
a la que teníamos nombre ; “La ciudad según Boquechivo”. Para mi sorpresa lo
que recibí fue una llamada de Ylka Mendoza, quien entre sollozos, me informó de
la muerte de Harold, y cuando los tambores de la Orquesta Sinfónica Juvenil
comenzaron a sonar me acerqué para ver aquel reconfortante espectáculo de un
grupo de jóvenes tocando alegremente en un plaza atestada de gente que aplaudía
y seguía el compas de las canciones y temas que entonaban; una llovizna repentina refrescó el ambiente y sentía que
aquel concierto tan especial era para Harold, contertulio asiduo de la Zona y
recordaba su sonrisa de dientes largos y los espejuelos oscuros cabalgando la
nariz aguileña y mis ojos, como la tarde, se llenaron de agua que debió
encontrarse, allá, con las lagrimas de
Boquechivo y Diógenes, esperando, como muchos dominicanos, que su humor, su
inteligencia, su arte y su bonhomía no se apagaran nunca en nuestra memoria…
pensé: “¡Que días estos los de enero, que siguen acumulando tristezas!” y recordé aquel verso de Miguel Hernández:
“¡ Cuanto penar para morirse uno!”
“¡ Cuanto penar para morirse uno!”
Omar