3 de noviembre y un artículo vintage.
Hace 32 años, el 2
de noviembre de 1988, el Dr. Joaquín Balaguer, en esa época Presidente de la
República, emite el decreto 503-88. Dicho decreto tiene dos notas previas, un considerando y una vista:
“ Visto Que el día
3 de noviembre de 1900 nació en esta ciudad el arquitecto Guillermo González Sánchez,
considerado el padre de la arquitectura moderna dominicana y forjador de los
lineamientos estéticos de la arquitectura contemporánea de nuestro país,
Vista la solicitud
elevada al Poder Ejecutivo por el Grupo Nueva Arquitectura, fundado el 3 de
mayo de 1979”… y ahí se forjó la historia.
Por gestiones
hechas por el GNA, con Emilio a la cabeza, ante el Arq. Rafael Tomás Hernández
se logra que por primera vez se reconozca, de manera oficial a los arquitectos
dominicanos con un decreto presidencial.
El Grupo Nueva
Arquitectura logró lo que ninguna organización había hecho, y lo hizo en honor
a Guillermo González. Fue uno de los grandes aportes del GNA
OR.
Vintage.
Hace algunos días me
llamo Cuquito Moré para que revisara unas propuestas de periodización de los
arquitectos dominicanos. Esa llamada de Cuquito recordó un artículo que
publicara en la revista CODIA 68 de junio agosto de 1986 siendo editor Hamlet Hermann que titulé “Tres
generaciones en la Arquitectura de República Dominicana”. La portada del la revista reproducía
una hermosa foto de un proyecto turístico en Puerto Plata de Cristóbal Valdéz y
Marcelo Alburquerque, creo que aun le debo esa foto a Marcelo y a Toby, pero
Hamlet nunca me la devolvió.
La fecha de la edición de la revista, junio-agosto de 1986, fue más o
menos por la época en que el Grupo Nueva Arquitectura logra que se declarara
el 3 de noviembre, fecha de nacimiento
de Guillermo González, como el Día de la Arquitectura Dominicana mediante el
decreto 503-88, del 2 de noviembre de 1988, firmado por el entonces Presidente
de la República, Dr. Joaquín Balaguer.
Aquellos fueron días
de reflexiones, descubrimientos y luchas. La época cuando los arquitectos
dijimos NO, a la práctica de que los ingenieros firmaran los planos arquitectónicos
a través de la histórica “Carta de la Gran Muralla” firmada por casi todos los arquitectos de la época
y que lleva el nombre del restaurante chino donde se realiza la asamblea de
arquitectos que produjo el documento porque en el CODIA se nos prohibió hacer la
asamblea ( Jose Enrique me preguntaba en estos días por aquella jornada).
Era una época donde
se construía el ethos de la arquitectura dominicana y los arquitectos producían
obras a partir de ideas , conceptos e ideologías, no a partir de imágenes corporativas,
como sucede ahora. Siempre he dicho que la arquitectura dominica contemporánea presenta
un crecimiento como oficio, se ha profesionalizado, de eso no caben dudas,
pero, para mi, se ha vaciado de contenido. El homenaje a la forma, acompañado
de los rendering y las foto
perspectivas, dominan la practica. Esto
ultimo siempre me recuerda “la muletilla del dibujo bonito" una de las “7 muletillas de la arquitectura moderna” la famosa conferencia que diera en
1954 Philip Johnson a los estudiantes de arquitectura de Harvard.
Espero que puedan
disfrutar de su lectura- como yo hice- y puedan situarse en ese momento de la
arquitectura dominicana.
El articulo, que reproduzco tal como fue publicado en la revista CODIA 68, tiene algunas imprecisiones y errores, pero fue un esfuerzo por tratar de entender que ocurría en la arquitectura moderna en los años 80.
OR
Tres Generaciones en la Arquitectura de República Dominicana
Arq. Omar Rancier.
Dentro del recorrido corto e inconsistente de la Arquitectura Moderna en el
país esto es a partir de 1937 a la fecha, podemos distinguir tres (3)
generaciones de Arquitectura más o menos definidas, atendiendo como
“generación” a una coincidencia dentro del diseño de acuerdo a un lógico
desarrollo histórico y a consistencia o inconsistencia, de los arquitectos y no
a consideraciones de edad o promoción académica.
Si observamos el cuerpo significativo de nuestra producción arquitectónica
reconociendo que esto implica una elección ideológica por aquello de que solo
nos referimos a la Arquitectura del poder encontraremos claras diferencias
entre uno y otro periodo: diferencias que definen las características de cada
generación.
Recientemente el arquitecto Gautier esbozaba un planteamiento similar
refiriéndose exclusivamente a la Arquitectura Racional en el país a la que dividía
tres periodos de acuerdo al desarrollo clásico de los estilos arquitectónicos,
o sea que dividía el racionalismo en el país en una etapa purista, una etapa
manierista y, finalmente, en una etapa barroca.
El planteamiento que trataremos de desarrollar abarca lo que podría
considerarse la totalidad de la Arquitectura Moderna de República Dominicana
incluyendo las últimas tendencias que podrían concretizarse, posteriormente, en
un estilo.
Los Precursores
Antes de entrar a analizar las tres generaciones que planteamos queremos
mencionar someramente, aquel grupo de arquitectos que abrieron la brecha a la
Arquitectura Moderna en el país, el grupo que modeló el sistema formal que
sirvió de base al desarrollo posterior de nuestra Arquitectura.
El grupo de los precursores
Este grupo estuvo formado entre otros por Mario Lluberes y Trenen Pérez,
quienes desarrollaron una serie de viviendas en un estilo neo-hispánico que se
sindica a una reacción formal-arquitectónica contra la invasión del 16.
Henry Gazón, ideólogo de la arquitectura de la “Era de Trujillo” admirador
de la arquitectura de las dictaduras europeas de los años 30. Y sobre todo
Humberto Ruiz Castillo, formado en Europa, quien además de un impresionante
cuerpo de obras en un acabado estilo Art. Deco y Liberty, influyó directamente
en la enseñanza de la Arquitectura.
El grupo de los precursores que se puede ampliar con Guido D’Alessandro, y
el Ing. Ramón Trueba, dejó en la ciudad
de Santo Domingo, además de las obras de los precursores del moderno, un grupo
de diseños que se han calificado como “bizarros” por algunos y
como casas de muñecas por nosotros.
La primera generación
La primera Generación que
planteamos, es la formada por ese grupo de arquitectos que implementaron el
cambio de la estética predominante en los años 30, neoclasismo, deco por un
planteamiento sustancialmente nuevo, efectivamente moderno. Son los pioneros
del Movimiento Moderno Estilo Internacional en el país. Arquitectos que
desarrollaron durante los inicios de la dictadura; situación que limitó en
parte el desarrollo de una arquitectura racional integral, pero que al mismo
tiempo permitió la construcción de un ‘’robusto cuerpo de edificaciones
teniendo como cliente al Estado Dominicano”, según un artículo de Gustavo Moré,
quien más adelante en ese mismo trabajo, se cuestiona hasta qué punto la
Arquitectura desarrollada por estos hombres se relaciona con el poder político
de la dictadura, para concluir diciendo que
” Se podría afirmar la existencia de una intención consciente que perseguía por
medio del uso determinados recursos arquitectónicos, repetidos ad infinitum en
muchas obras oficiales, la exaltación y la demostración elocuentes de un
vigoroso dominio político”. Esta afirmación no exenta de algunos
señalamientos eufemísticos es obvia; para nosotros sin ninguna duda los
pioneros le proporcionaron una imagen formal al régimen trujillista a través de
la arquitectura de acuerdo a cuestiones no simplemente estilísticas sino a las
conveniencias políticas del tirano.
Esta situación de sumisión a
los lineamientos ideológicos del régimen realmente difíciles de eludir, produce
otra de las características de esta primera generación su inconsistencia
formal, evidenciaba en el paso corrido de un refinado moderno, a los Bauhaus de
Gropius, a un pesado neoclásico, como es el caso de José A. Caró, quien luego
de diseñar el edificio de Medicina de la entonces Universidad de Santo Domingo,
diseña el edificio que aloja la Secretaría de Educación. Dentro de esta
generación se destacan además de Caró quien fue promotor de las artes en el
país y uno de los arquitectos que más contribuye a formar el ‘’corpus’ de la
arquitectura de la Era de Trujillo, los hermanos Marcial y Leo Pou,
protagonistas, conjuntamente con Guillermo González, del cambio de la estética
vertical a la horizontal en el país y sobre todos ellos brilla la figura de
Guillermo González verdadero padre de la Arquitectura Moderna Dominicana.
González desde 1937, cuando finaliza el
parque infantil Ranfis, da muestra de su talento prodigioso, diseñando el grupo
de obras más relevantes de la Arquitectura Moderna Dominicana; el Hotel Jaragua
el ‘’Jaraguita’’, el edificio Copello y el conjunto monumental de la ‘’Feria de
La Paz’’ donde se destaca el edificio del Palacio Municipal, obras casi todas,
intervenidas y mutiladas sin criterio y que constituyen un gran legado para
nuestra arquitectura. Para nosotros la arquitectura de González también se
alinea de una u otra forma, a la ideología dominante, y aunque se ha planteado
que el tirano usó la arquitectura de González
para proyectar una imagen de modernidad y progreso al exterior, lo cierto es
que las características formales de la obra del pionero, especialmente en la
“Feria” responden claramente a una especie de ‘’fascismo arquitectónico’’ muy a
tono con el régimen.
González también presenta,
aunque a una escala menor, una versatilidad estilística que podría leerse como
inconsistencia formal cuando en la década de los ’50 proyecta las incidencias
de las familias Barletta y Vicini, en un lenguaje neo-hispánico, muy similar a
las viviendas realizadas por Mario LLuberes en las décadas del ’20, y
posteriormente, al final de sus existencia, en lo que podríamos considerar como
un adelanto de las tendencias actuales, diseña, en sociedad con William Reid,
el Bank Of América de la calle El Conde, con un criterio muy contextualista.
En rasgos generales la
arquitectura de la primera generación presenta, a nuestro entender, las
siguientes características:
Utilización de los conceptos de racionalidad y funcionalismo.
Imagen Cubica
Monumentalismo académico
Sumisión ideológica
E inconsistencia formal
Segunda Generación
La segunda generación la forman un grupo de arquitectos diplomados en el
exterior fundamentalmente, Rafael Calventi, Doi Gautier, Erwin Cott, Víctor Bisonó
llamados el ‘’Eje Italia’’ por Placido Piña y otro grupo de formación local,
que representan una transición entre la primera y la segunda generación, como
lo son Gai Vega y William Reid. La importancia del Eje Italia es doble por
cuanto irrumpe en el panorama docente de nuestra Escuela de Arquitectura,
modificando sustancialmente el plan de estudios.
Por su parte William Reid y Gai Vega conforman, conjuntamente con Teófilo
Carbonell, Manolito Baquero y Espaillat Nanita, un grupo que representa la liberación a cualquier compromiso político
estatal, y constituyen la transición arquitectónica de un estado de cosas
político a otro diferente. Reid y Vega desarrollan una serie de diseños
dentro de los postulados del moderno norteamericano (Neutra, Mies en sus años
de Chicago, etc.) sin un aparente compromiso político.
La segunda generación desarrolla el grueso de su trabajo dentro de la
continuación histórica de trujillismo: régimen de los doce años de Balaguer.
Sin embargo la formación intelectual del gobernante le hace incluir que las
arquitecturas de su régimen,
constitucional , aparentemente democrático, debía diferenciarse de la de
Trujillo; y así los arquitectos que construyen, y diseñan el cuerpo de obra de
la mini-era de Balaguer no sufren de la sumisión político-formal que evidenció
la primera generación, pero aún así de sus obras se desprende una significación
ideológica similar a la trujillista, producto en algunos casos nos aventuramos
a sugerir, de la intromisión directa del gobernante en algunas tomas de
decisiones de diseño. El caso del Huacal es alto elocuente en ese sentido, ya que
a propuesta inicial de Borrell que contemplaba la incidencia de dos torres
similares a la construida pero de menor altura, fue destinada por Balaguer quien sugirió el proyecto de una torre.
Estilísticamente la arquitectura de la segunda generación: presenta una
mayor libertad compositiva y cae en algunos casos, en el Barroco Modernista o
Racionalista de que habla Gautier pasando también por la fase minierista; no
obstante nos gustaría calificar, etiquetar, dirían algunos esta generación como
Tardomoderna, atendiendo a la clasificación del Norteamericano Charles Jencks.
El formalismo externo, el juego libre de volúmenes, el estructuralismo y la
pirotecnia arquitectónica definen este periodo. La exageración de los códigos
modernos y la alusión humorística no intencionada aparecen en nuestra
arquitectura.
Rafael Calventi, formado en Europa, desarrolla una arquitectura que fue en
principio corbusiana, pero que fue cambiando a una fórmula más rica, más
compleja. Sus proyectos del elegante conjunto del Banco Central y el Palacio de
los Deportes de Santiago, así como su diseño para el concurso del hipódromo,
plantean una búsqueda a través del estructuralismo y el formalismo. En una conversación sostenida con el Arq.
Calventi en el ’81 con motivo de invitarle a participar en la exposición que
acompañó el evento ‘’Arquitectura Contemporánea en la República Dominicana’’,
este nos decía, refiriéndose al Palacio de los Deportes de Santiago “La concepción de este diseño es matemática
rigurosamente (…) la misma nace de una reunión con los ingenieros estructurales
quienes nos dieron la pauta a utilizar una estructura colgante para el proyecto
por razones económicas’’. Asimismo su auditorio para el Banco Central hace gala
de una solución estructural novedosa. Obviamente que las demandas especiales de
estos diseños requerían de un ‘’perfil’’ estructural, sin embargo existe en
ambos diseños una marcada intención de utilizar la estructura como dominante
del diseño.
Algo similar sucede con la arquitectura de Cott y Gautier, quienes
desarrollaron una serie de estructuras laminares a lo Félix Candela, como son
la Iglesia del Orfanato de la Ave. Independencia KM, 9 y el conjunto
Sheli-Conalco; el estructuralismo formalista y el neo-brutalismo dominan esta arquitectura de Cott y Gautier.
Posteriormente y en proyectos separados, para el concurso de la Catedral de La
Vega, al cual Gautier asiste en sociedad con Eduardo Rozas, el partido
estructural define los dos proyectos, el de Cott y el de Gautier. El proyecto
que se construye en la actualidad, diseñado por Cott, se ubica dentro de ese
estructuralismo formal. Proyecto de mucha fuerza expresiva que nos aparece que
rompe con el entorno, con la historia y con la escala de La Vega.
Dentro de esta generación, tenemos por otro lado, la retórica manerista de
Eduardo Selman que produce edificios codificados involuntariamente en un
sentido ambiguamente metafórico. Los edificios de Tele-Antillas y Galerías
Comerciales llaman la atención por el tratamiento cromático y por las
referencias a Marcel Breuer y a Le Corbusier.
Como ejemplos de la exageración de los códigos del moderno y del ‘humor no intencionado’,
como diría Jencks, de la segunda generación, tenemos los llamados ‘’Bancos de
la 27” , el BHD, de Piña, La APAP de Reid, el de Goico y muy particularmente el
edificio del Royal Bank of Canadá, con su cascada de H.A. que muchas personas
interpretan como unas graderías enormes.
Esta segunda generación la podemos sintetizar en las siguientes
características:
Expresionismo estructural
Formalismo extremo
Libertad compositiva
La Tercera Generación
Queremos llamarla la generación posmoderna, porque aceptamos plenamente el
término entendido como método de organizar el estudio de la historia arquitectónica
y por acepción del término moderno
por parte de todos nosotros sin detenernos a pensar que el término moderno es un término renacentista.
La tercera generación está definida por una ‘’nueva
actitud’’ ante el diseño. Rastreando los
orígenes de esta concepción en el país hemos de coincidir con los
planteamientos de E. Brea y Gustavo Moré, emitidos en una conversación informal
y por Teódulo Blanchard en este mismo evento, en el sentido que los trabajos de restauros y los arquitectos
restauradores, que a su vez son docentes, han influido en la reevaluación de la
historia como referencia del diseño. Esta nueva actitud parte de una formación
académica moderna y rompe con los criterios exclusivistas de la misma,
incluyendo aspectos históricos, vernáculos y populares.
Podríamos considerar esta tercera generación como enfrascada en una
búsqueda de nuestra identidad arquitectónica a través de modelos históricos,
algunas veces extraños a nuestra cultura y otras veces efectivamente nuestros.
Una de las características negativa de este periodo ha sido la marcada
dependencia a los modelos de ‘’magazines’’, donde han jugado un papel
importante el enorme desarrollo sufrido en los medios de comunicación de
dependencia cultural a la metrópoli que nos hace actuar como epígonos. Entre
los arquitectos que forman esta generación se destacan, entre otros Plácido
Piña, Miguel Vila, Marcelo Alburquerque y Cristóbal Valdez. Miguel Vila se ha
venido inspirando en nuestra condición de trópico-isla de acuerdo a sus propias
palabras y plantea una aproximación a nuestra arquitectura popular y vernácula
utilizando elementos formales y espaciales de las mismas. Su filosofía de
diseño podría definirlas esta declaración: “desde el más humildes bohío de una
remota región encontramos colores, formas, materiales, entornos y patrones de
agrupamientos propios. En las más sofisticadas edificaciones, a veces la más
lejana a nuestra realidad, encontramos elementos en común a nuestro pueblo. La
adopción de los diferentes estilos históricos, siempre apropiados a nuestra
mano de obra, clima y patrones conductuales hacen que nuestra vivienda sea “nuestra”. Pocas no cuentan con la
ventilación natural como criterio dominante en su creación. La ventilación
natural casi siempre nos permite una compenetración ‘’ interior-exterior’’.
Vila ha sido protagonista, en otro ámbito, junto a Pedro Alfonso, de una
renovación en la enseñanza de la arquitectura en la UNPHU, de acuerdo con el
trabajo presentado por Gautier en ese evento.
Los trabajos de diseño de Vila se reconocen por un toque inconfundible, Tropical
Cromático, luminoso. Ha, junto a otros arquitectos de esta época, revalorizado
el muro como elemento de diseño y ha dado origen a una ‘’manía’’ por los cantos
curvos. Quizás esa identificación de diseño (consistencia formal, diríamos crea
uno de los puntos a reforzar en arquitectura. Un amigo editor, que no tiene que
ver con arquitectura, nos señalaba que lo malo ‘’de Vila es que se repite mucho’’.
Por su parte Plácido Piña presenta un desarrollo coherente en su trabajo.
De una etapa transicional, tanto moderna, de fuerte connotación
neo-racionalista (proyectos BHD) pasa a una búsqueda de una arquitectura más
tendible al usuario, a través del uso de la memoria colectiva y el entorno
histórico, repleta de un fino he irónico sentido del humor, y de guiños
subrepticios a los arquitectos modernos. El proyecto del edículo es un buen
ejemplo de esto, el humor queda descripto por Plácido y Harry Carbonell, su
socio en el trabajo publicado en la hoja 34 de Arquitectura, cuando dicen (al
edículo)” se entra por detrás (en realidad el frente de la vía)… se sale por el
frente (en realidad parte de atrás)”. Por otro lado el diseño está repleto de
alusiones solamente descifrables por los arquitectos, las referencias a Moore y
Graves seguramente no son captadas por los dueños. Su propia casa, (De Piña)
que es una especie de remodelación, hace referencia, en el portal, a Charles
Moore (esta vez es más entendible, pues es su casa uno de los arquitectos
preferidos de Plácido.
Los criterios de Piña descansan sobre una idea de Dominicanidad-Universal
que el mismo califica como discutible, y en una erudición (intelectualización
gusta decir) respaldada por un nivel de información impresionante. Estas
alusiones directas a arquitectos tan usada por Plácido, pasa desapercibida a
muchas personas al no seguir la lectura de sus diseños con el nivel de
información adecuada. Quizás esto sea lo que moleste a algunas personas que
consideran herejías los diseños como el del concurso para la Central de
Créditos uno de los ‘’proyectos no realizados’’ que más influencia ha tenido
sobre los estudiantes de arquitectura.
No obstante nos parece que Piña debiera tratar de desarrollar sus propios
esquemas haciendo referencia a lo relevantemente local, ya que las
‘’referencias’’ formales usadas hasta ahora podrían considerarse como un
indicio de ‘’dependencia’’ formal.
De ‘’Arquitectura de referencia’’ califican por su parte, Marcelo Alburquerque
y Tobi Valdez, su trabajo de diseño. En una carta enviada a Hoja de
Arquitectura en respuesta a un articulo de Emilio Brea, Tobi aclara: ‘’no hemos
pretendido ser posmodernistas, sino que hemos tratado de hacer lo que para
nosotros es una ‘’ Arquitectura de Referencia’’.
Concepto que se basa, según sus autores, en un pormenorizado estudio del
entorno. En los proyectos expuestos en ‘’Arquitectura 83’’, Tobi y Marcelo,
dieron muestra de un gran humor y de un buen dominio posmodernista.
Su proyecto de ‘’El Convento’’ o plaza Galván en un repertorio formal de la
arquitectura de Gazcue y es uno de los primeros complejos de apartamentos
posmodernistas de la ciudad, aunque el criterio posmoderno solo es aplicado
cosméticamente; como en casi todos los proyectos de esa tendencia en el país.
Una de las características de los arquitectos posmodernos es negar su
vinculación al movimiento, aunque en una comparecencia televisada los
arquitectos Miguel Vila, Eduardo Lora, Gustavo Moré y Marcelo Alburquerque,
aceptaron tácitamente la etiqueta.
Esta tercera generación, o generación posmoderna se caracteriza en síntesis
por:
La búsqueda de nuestra identidad a través de modelos Histórico.
Utilización de Supe códigos.
Conceptualización del Diseño.
Y negación de su condición Posmoderna.
La Arquitectura popular y las generaciones de nuestra
arquitectura:
La vinculación de la arquitectura formal con la arquitectura informal o
popular es potente. Los arquitectos populares copian e interpretan los patrones
formales de la arquitectura del poder en un afán de reflejar una condición
económica diferente a la que sufren.
Asi las cosas la Arquitectura Popular responde, de una manera u otra a las
directrices formales de la arquitectura academica y cabe señalar el
empobrecimiento hasta llegar a un cretinismo en la actualidad de la
arquitectura popular.
La arquitectura popular que asimiló los diseños del Victoriano, del Deco,
del Neo-clásico, presenta una riqueza formal extraordinaria, con un uso a la discreción
de una mano de obra con cualidades artesanales. Sin embargo con la llegada del
racionalismo (arquitectónico y económico), la imagen cúbica, la sencillez de
forma, el simplismo influye en la arquitectura popular, de un, a manera
negativa. Se pierde la riqueza formal del trabajo artesanal de la arquitectura
predominante de los cajones prismáticos, realizados funcionalmente (un palabra
que entró definitivamente a nuestro léxico a través de la Arquitectura Moderna)
y empobreciéndola a un extremo increíble.
Solo se mantiene en esta arquitectura el cromatismo, que pretende encubrir
la fealdad de la ‘’Arquitectura Moderna” Popular.
A modo de conclusión
A modo de conclusión queremos expresar la complejidad y madurez de nuestra
arquitectura, equiparable a cualquier otro país y actualmente, y a pesar de la
condición insular, en cuanto aislamiento, a la par por primera vez con lo que
esta ocurriendo en el exterior. Recordemos que el moderno nos llegó con 20 años
de atraso. El desarrollo de nuestra arquitectura diferenciable por etapas, nos
muestra algo realmente importante, la cada día mayor importancia que adquiere
la arquitectura en nuestra sociedad, importancia que la reivindica del
anonimato pasado. Las últimas exposiciones nos muestran fielmente esta realidad.
Nuestra arquitectura ha madurado, se ha conceptualizado y nuestra crítica
arquitectónica despunta vigorosa.
Los arquitectos Dominicanos han presentado un paulatino y aconsejable
desarrollo histórico en el diseño y aunque no hemos agotado los modelos estilísticos
que hemos desarrollados nos queda una versatilidad proyectual.
Finalmente es notable que la arquitectura se empiece a entender como un
lenguaje con connotaciones ideológicas, políticas y sociales.
Quizás uno de los mayores logros de nuestro desarrollo histórico
arquitectónico ha sido la sensibilidad social y la necesidad de
conceptualización, que han alcanzado nuestros profesionales.
Publicado en la Revista CODIA 68, junio-agosto 1986
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