Emilio
Pena es mi paz y pena mi
batalla.
Miguel
Hernández
Hace ya dos años que se nos fue y aún está presente.
Hoy me siento umbrío por la pena, casi bruno, como
dice el poeta y como él se que la
pena tizna cuando estalla. Perdió su batalla con la muerte pero la ganó con
la historia.
Hoy la triste realidad nos da en la cara y no tenemos su voz cuando la
necesitamos.
Cuantas cosas diría Emilio sobre el desaguisado de las ruinas de
San Francisco, sobre los desarticulados planes viales, sobre las dolencias políticas
y sociales que se han convertido en el pan nuestro de cada día!
Hoy no quiero escribir sobre Emilio, no puedo. Por eso les dejo a ustedes
su propia voz.
Topo-des-humanizacion
mundial...
D
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ependiendo de las
prisas, la raza humana del mañana vivirá bajo la tierra. Ya hoy se puede notar
cuan tan a prisa mueren nuestros jóvenes. Así de rápido va la vida.
Pero no vivirán
enterrados porque estén muertos, se enterrarán en vida porque temerán. Entre el
temor y el terror, el ser humano de los próximos cien años tendrá que hacerse
de extraordinarios sistemas de supervivencia para sobrevivir.
Y estos no estarán ni
en los cielos ni sobre la superficie de los mal llamados planetas. Estarán bajo
tierra. Los gusanos serán los vecinos del futuro. Zootécnicamente todo es
posible.
Sería una vuelta a
las cavernas sin entrar en ellas, si no construyéndolas. La paranoia por ahí
conduce.
Ni las plataformas
marinas ni las encumbradas cimas del mundo ni las estaciones orbitales ya serán
garantes de la seguridad Habrá que enterrarse.
Las ciudades aceleran
su velocidad de dudosa reputación urbanística y han caído en el recelo de la
sospecha fundada al convertirse en megalópolis voraces de toda ecuanimidad
posible.
El que mil
helicópteros sobrevuelen Sao Paulo al mismo tiempo, cualquier día y hora de
semana, es aterrador.
O no sirve el
transporte de superficie o colapsó, y los y las que poseen los recursos
económicos, tienen que recurrir a saltar de una edificio a otro, como
ultramodernos hombres y mujeres arañas de negocios que, de azotea en azotea,
descienden y ascienden para poder hacer su trabajo a tiempo.
Se hace comprensible
que necesiten alcoholizarse o drogarse cuando terminan de trabajar.
Probablemente nadie
nos podía creer cuando decíamos, años atrás, que el fracaso del urbanismo era
inevitable, que estábamos frente a él, que habían desaparecido las garantías
humanas para solventar la gestión urbana por encima de las mecanicistas y la
tropelía de necesidades inmediatas a que se había visto abocado el ser humano
en su arduo tráfago laboral y hasta de esparcimiento y/o entretenimientos.
Hablaba del fracaso
de la gestión urbana. Leer la derrota permite comprensiones reflexionantes.
Las razones por la
que la ciudad de Curitiba, en Brasil, se levantó de la nada hace apenas 30 o
menos años, y se recuperó del caos existencial que amenazaba su futuro, gracias
a la labor tesonera de un Alcalde que siendo arquitecto y urbanista (Jaime
Lerner) se hizo político, o quizás ya lo era o lo había sido siempre, y por elecciones
municipales fue “sindico” durante 12 años y en tres períodos no precisamente
sucesivos (1971—75 / 79—83 y 89—92), para luego ser Gobernador de Paraná, su
provincia, en dos períodos sucesivos (94—98—2002), es un indicio que refleja
cuan lejos estamos de conducir por el mejor de los senderos, las gestiones
urbanas que nos puedan sacar del atolladero urbano.
En Curitiba no hay
metro. Se puso en marcha el sistema ya latinoamericanizado del transmilenio que
tanto éxito ha tenido en Bogotá.
En esas y otras ciudades
sin ínfulas de New York chiquito ni Miami ambicionado, se apuesta a la
eficiencia no al despilfarro.
Aquí los anuncios
presagiaban planificaciones quijotescas donde todo estaba previsto y dijeron
que no habría entaponamientos ni molestias, solo cuotas de sacrificios, todo en
aras del desarrollo y del progreso sostenible…La realidad ha sido otra.
Como tampoco hay
varitas mágicas para solucionar el problema ancestral y redundantemente
prioritario de la luz, léase la energía. Tampoco para sentar decentemente a los
niños en las escuelas y proveer a los hospitales, y ajusticiar a los corruptos,
y controlar la delincuencia, y disminuir el bandolerismo, ni el vandalismo, ni
el salvajismo urbano…Casi 3,000 millones, y agotado el presupuesto nacional se
buscan préstamos para seguir con las zanjas, túneles, trincheras, socavones,
bloqueos, desvíos y trampas que hasta cobran víctimas inocentes del traficar en
desequilibrios tormentosos sin huracanes a la vista.
Ahora entiendo el
metro del Distrito Nacional que empieza y termina en Villa Mella, aunque solo
sea demagógicamente, no urbanísticamente. Entiendo el corte a lo corto, en una
ciudad más larga que ancha. Se alega que es tan solo su inicio. No imagino su
reinicio.
Y lo entiendo sobre
una ruta del colesterol (Villa Mella-Feria), de fritura en fritura, pasando
cerca pero no tanto, de los lugares donde necesitan del servicio.
Las parturientas
tendrán que seguir caminando hasta y desde los hospitales.
Ahora entiendo el
metro criollo sin centímetros de lógica urbanística, como el de la coloratura
carnavalesca montado en rieles de progreso forzado, para situarse en medio de
la farra transversal de una ciudad embriagada de crecimientos anárquicos que
siguen la ley de la expansión longitudinal, sin destino ni freno alguno.
Pero nunca lo
entenderé en lo económico, como obra prioritaria del Estado, con recursos
totalmente cubiertos por el Estado, cuando el servicio de transporte de
superficie se les deja a lo privado, a las mafias revoltosas que desacatan las leyes,
todas, las de tránsito y las de penalizaciones mayores por tráfico de
influencia, malversaciones y fraudes. Así el subterráneo será del Estado,
escondido y profundo, ostensiblemente oneroso, pero orgullosamente moderno…
Mientras las evasiones seguirán siendo privatizadas, las sentencias desacatadas
y los presuntos implicados, regocijados en sus éxitos que no les obliga a
devolver, solo a pagar sumas irrisorias desde la comodidad del arresto
domiciliario y bajo el confort del aire acondicionado, la planta de emergencia,
las piscinas y los cócteles tropicales y los espumantes vinos franceses...
Sobre la lógica
antilógica de lo escrito arriba, al empezar, imagino los metros horadados bajo
la Gran Muralla, bajo los canales de Venecia, serpenteando entre pirámides
egipcias, de museo en museo bajo el Berlín contemporáneo, saliendo y entrando
estratégicamente sin Guimard para que les diseñe las puertas e interiores de
sus estaciones… Ya habrá sido el tiempo ido de los diversos Haussmann sin
cabezas que traumatizaron las ciudades, y la República no pudo escapar.
1 comentario:
Emilio, un defensor de las mejores causas, un amigo y un ser humano como pocos.
Cada vez lo necesitaremos más, por su forma aguda de decir las cosas, porque las decía sin titubeos y por ser el quien las decía (Porque lo que defendía en verdad le dolía).
Difícil entender como alguien que tal vez no lo pretendió nunca, hoy es tan necesario para una clase, debemos seguir... si claro y en su nombre, además por la salud de nuestras ciudades y edificaciones no desmayar.
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