La Generación del “Evento”
Cuando observo la capacidad que tienen los jóvenes de sostener una conversación a través del teléfono celular en medio de una discoteca, un colmadón o un ruidoso bar, me doy cuenta de que esta es la generación del “ Evento”.
Peter Eisenman describe el evento en una charla–The Architecture in a Mediated Environment- presentada en The Architectural Association diciendo que “Un concierto de rock ya no trata necesariamente de escuchar música, porque la música se toca tan alto , aproximándose al ruido, que es casi imposible escuchar algo. Un concierto de rock trata sobre el entorno del evento: el evento ha reemplazado ciertas condiciones de tiempo, lugar y hasta de la realidad.”
La generación de los juegos de computadoras y del iPod percibe el espacio a través de otra codificación cultural, el espacio ya no es más que el evento: la conjunción de percepciones, ambiente y cultura empacado en un formato digital - música digital, proyecciones digitales, luces digitales- provocando reacciones reales que generan un nuevo input, ad infinitum, a la cadena eventual y esa sensación de persistencia en el tiempo y el espacio es la que produce este fenómeno.
Los arquitectos y urbanistas por mucho tiempo han buscado transmitir esa “calidad” ambiental a sus diseños y actualmente esto es apoyado por el concepto de lo paramétrico que se propone ahora como la clave del modelado espacial y del diseño y se produce la epifanía. ( ver Manifiesto Parametrico, http://www.patrikschumacher.com/Parametricism%20as%20Style.htm)
Sin embargo el evento es tan antiguo como la historia y podemos identificarlo desde los sacrificios aztecas, el coro griego y el circo romano, hasta las fastuosas ceremonias de coronación de las monarquías europeas o las manifestaciones de Hitler coreografiadas por Speer, solo que ahora la música y las luces son mejores.
Y es que el evento como fenómeno es generacional y cíclico.
La generación del evento ha redescubierto el espectáculo manipulante en estadios de deportes convertidos en discotecas o en escenarios - como lo hizo Speer - o en una caja con audífonos que los separa de la dura realidad y los sumerge en un continuo mundo de percepción digitalizada.
Speer comprendió perfectamente el poder de seducción que tienen los espacios virtuales monumentales, Pink Floyd y Madonna lo redescubrieron y Eisemann y la Hadid lo tratan de llevar de nuevo a la arquitectura mientras Gehry lo logra en Bilbao.
Ahora una ciudad debe tener una marca; y un metro, como consigna la revista norteamericana Bussines News, nos puede enviar el mensaje de que estamos en el camino del progreso.
Mientras, desaparecen miles de kilómetros cuadrado de selvas y los combustibles fósiles llegaron a lo que los expertos llaman el techo – de aquí en adelante cada vez menos- , el cambio climático se adelanta varios lustros y la crisis financiera del modelo neoliberal ha sacado del olvido a Marx y a Keynes..
El evento es explotado por políticos y religiosos; por músicos y conferencistas, por arquitectos – solo hay que ver lo que se hace en Dubai y Abu Dabi – y urbanistas.
Mientras tanto nadie se acuerda de Salinas o de Guillermo y luego de más de 50 años conocemos el diseñador del Palacio de Bellas Artes: Cuqui Batista.
Cuando observo la capacidad que tienen los jóvenes de sostener una conversación a través del teléfono celular en medio de una discoteca, un colmadón o un ruidoso bar, me doy cuenta de que esta es la generación del “ Evento”.
Peter Eisenman describe el evento en una charla–The Architecture in a Mediated Environment- presentada en The Architectural Association diciendo que “Un concierto de rock ya no trata necesariamente de escuchar música, porque la música se toca tan alto , aproximándose al ruido, que es casi imposible escuchar algo. Un concierto de rock trata sobre el entorno del evento: el evento ha reemplazado ciertas condiciones de tiempo, lugar y hasta de la realidad.”
La generación de los juegos de computadoras y del iPod percibe el espacio a través de otra codificación cultural, el espacio ya no es más que el evento: la conjunción de percepciones, ambiente y cultura empacado en un formato digital - música digital, proyecciones digitales, luces digitales- provocando reacciones reales que generan un nuevo input, ad infinitum, a la cadena eventual y esa sensación de persistencia en el tiempo y el espacio es la que produce este fenómeno.
Los arquitectos y urbanistas por mucho tiempo han buscado transmitir esa “calidad” ambiental a sus diseños y actualmente esto es apoyado por el concepto de lo paramétrico que se propone ahora como la clave del modelado espacial y del diseño y se produce la epifanía. ( ver Manifiesto Parametrico, http://www.patrikschumacher.com/Parametricism%20as%20Style.htm)
Sin embargo el evento es tan antiguo como la historia y podemos identificarlo desde los sacrificios aztecas, el coro griego y el circo romano, hasta las fastuosas ceremonias de coronación de las monarquías europeas o las manifestaciones de Hitler coreografiadas por Speer, solo que ahora la música y las luces son mejores.
Y es que el evento como fenómeno es generacional y cíclico.
La generación del evento ha redescubierto el espectáculo manipulante en estadios de deportes convertidos en discotecas o en escenarios - como lo hizo Speer - o en una caja con audífonos que los separa de la dura realidad y los sumerge en un continuo mundo de percepción digitalizada.
Speer comprendió perfectamente el poder de seducción que tienen los espacios virtuales monumentales, Pink Floyd y Madonna lo redescubrieron y Eisemann y la Hadid lo tratan de llevar de nuevo a la arquitectura mientras Gehry lo logra en Bilbao.
Ahora una ciudad debe tener una marca; y un metro, como consigna la revista norteamericana Bussines News, nos puede enviar el mensaje de que estamos en el camino del progreso.
Mientras, desaparecen miles de kilómetros cuadrado de selvas y los combustibles fósiles llegaron a lo que los expertos llaman el techo – de aquí en adelante cada vez menos- , el cambio climático se adelanta varios lustros y la crisis financiera del modelo neoliberal ha sacado del olvido a Marx y a Keynes..
El evento es explotado por políticos y religiosos; por músicos y conferencistas, por arquitectos – solo hay que ver lo que se hace en Dubai y Abu Dabi – y urbanistas.
Mientras tanto nadie se acuerda de Salinas o de Guillermo y luego de más de 50 años conocemos el diseñador del Palacio de Bellas Artes: Cuqui Batista.
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