A Roberto lo conocí personalmente a principios de los ’80 cuando
vino a dar unas conferencias invitado por el Departamento de Arquitectura de la
UASD, se había ganado la beca de
investigación Guggenheim y Luis Despradel, en ese entonces Director del
Departamento de Arquitectura de la UASD me pidió que le diera una vuelta por la
ciudad. En aquella ocasión le pedí a Placido Piña que nos llevara a ver el
pabellón deportivo del Santo Domingo Country Club diseñado por Plácido con Harry
Carbonell, pues Segre me había dicho que quería ver los proyectos
posmodernistas dominicanos . Quería presentárselos a sus alumnos en Cuba. En
aquella ocasión me llamó mucho la atención el interés de Segre por el
posmoderno, sobre todo porque en sus conferencias había sido extremadamente crítico
con esa tendencia; asi de entrada conocí la pasión y la complejidad de quien
seria uno del grupo de nuestros amigos cubanos; el grupo lo completaban el
Maestro Fernando Salinas, José Antonio Choy y Julia León su compañera y Mario
Coyula .
Segre quedó seducido por el trabajo del Country y Plácido y
nosotros a su vez por la personalidad y el conocimiento de este personaje,
nacido en Italia, criado en Argentina, Cubano por elección y carioca por
necesidad.
En ese primer viaje a Santo Domingo se consolida una amistad entre
Segre y los arquitectos dominicanos, sobre todo, con Placido, Emilio, Cuquito,
Toby y conmigo, una amistad que, con sus altas y sus bajas, se ha mantenido y
se mantiene firme hasta la fecha.
Al conocer la muerte de Bob, el ultimo de los nombres artísticos
de Roberto, me vino a la memoria de inmediato la imagen risueña de Fernando Salinas, el erudito y lleno de humor Arquitecto cubano, una de esos personajes
inolvidables, ido ya hace muchas lunas y que conformara con Segre el dúo
dinámico de la Arquitectura Cubana en los años 80 y principio de los 90 , cuando muere Fernando.
Me vino también a la memoria aquel memorable debate que sostuvo
con Mario Coyula sobre el programa de pintura de las fachadas de los edificios
del Malecón de La Habana en el Tercer Seminario de Arquitectura y Urbanismo de
las Antillas que organiza el Grupo Nuevarquitectura en 1991 en Santiago de los
Caballero, donde Mayito le decía que los edificios se parecían al poloché color
Peptobismol que vestía Segre. Después el
maestro puertorriqueño Luis Flores, miembro de ese fantástico grupo de
arquitectos caribeños que se nucleó alrededor de las actividades el Grupo
Nuevarquitectura formado por Segre,
Salinas, los Choy, Coyula de Cuba, Luis Flores, Emilio Martínez, Jorge Rigau,
Tom Marvel, Manuel Bermúdez, de Puerto Rico, Serge Lechmy y Gustavo Torres de
Martinica, Patrick Stanigar de Jamaica y
Jack Sansily de Guadalupe entre otros , le regaló un frasco gigante de
Peptobismol a Roberto.
En la Tercera Bienal de Arquitectura de Santo Domingo y Primera
Bienal de Arquitectura del Caribe en 1990, Segre y Conchita, su esposa tuvieron
una participación principal, Segre con la publicación de un texto que editó el Grupo Nuevarquitectura sobre el
Caribe y Conchita con un curso sobre Artes.
Segre se mantuvo en contacto con todos sus amigos, las ultimas
noticias de Bob las tuve cuando me mandara una entrevista que le habían
realizado para que la publicara en PeNéloPe, y casi inmediatamente otro mensaje
para que no la publicara pues no había obtenido el consentimiento de quien le
hizo la entrevista. Asi era Roberto, siempre presto a colaborar en este ingrato
tema de ser cronista y critico de la
arquitectura de su tiempo.
Cuando Cuquito inicio las publicaciones de los Archivos de
Arquitectura de las Antillas (AAA) Segre contribuyó con el articulo sobre la Primera Modernidad
Cubana, en ese maravilloso primer numero, donde se publicó mi conferencia de Batman for Ever y el Faro a Colon. Segre
se mantuvo como quizás el principal colaborador de Cuquito en AAA lo que le dio
a la revista una profundidad conceptual
con una serie de trabajos de antología sobre la Arquitectura del Caribe.
Para mi es inolvidable aquella noche en Martinica, en el Segundo
Encuentro de Arquitectura y Urbanismo del Caribe, en que Serge y Gustavo
llevaron al grupo de los cubanos ( Segre, Salinas, Choy y los dominicanos a
cenar a una crepería, la cara de asombro y diversión de Segre cuando Salinas,
con el menú abierto, dijo “Chico esto se parece a un libro de Segre: uno lee y
lee y no entiende nada!”- “Maestro! “ fue lo único que atendió a decir Roberto
“ muerto ‘e la risa” como decimos en buen dominicano, ante la ocurrencia del
rubio y risueño Fernando.
Fueron unos personajes espectaculares, con mas de 20 años de
diferencia entre la partida de Fernando y este absurdo accidente de Roberto, los
recuerdo a ambos con todo el cariño que cabe en un corazón caribeño!
OR